3. Mis memorias: declaración desnuda de intenciones; objetivos

   

3.1. b)

La duda

 

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¿Qué hacía yo entonces? Sólo una cosa, aunque aún no lo supiera: recopilar materiales para escribir mis Malas memorias, mi autobiografía. Quizá ahora, sin saberlo siquiera, también lo continúo haciendo; porque ahora, como posibilidad, lo escribo.

¿Quién nos habría dicho en aquella época que acabaríamos siendo gente respetable, como lo somos ahora? Por eso a veces dudo de una posibilidad cierta… Quizá soy un espejismo de mí mismo: una proyección hacia el futuro de aquellas promesas y potencialidades. Si así fuera, ¿qué debo hacer? ¿Deprimirme por lo que he perdido o disfrutar de lo que tengo? Otra forma de mirarlo, desde un punto de vista estrictamente literario, me lleva a preguntarme si no habrán sido infructuosas todas las épocas de mi vida en las que –en lugar de hacer libros– me he dedicado a otras cosas…

Reconozco mi debilidad por el pasatiempo de mis memorias, pero no sé si me gusta más fabricar las piezas o montar el rompecabezas. Ciertamente esto me lleva a plantearme con frecuencia una duda importante, casi con mayúsculas: mis problemas con la memoria. No sé si lo que me pasa por la cabeza es un recuerdo o en cambio algo que pienso por vez primera. ¿Lo mejor de tener mala memoria? Volver a leer un libro, mirar un cuadro o sentir un amanecer por primera vez infinitas veces. El mismo beso, siempre distinto.

Al fin ¿qué más da? Desecho la duda por irrelevante, pues de otra forma se repite como un eco, retóricamente. La incertidumbre salpica el rastro de quienes salen retratados en estas Malas memorias: ¿acaso desde que les conocí fueron dejando sus huellas sólo para que yo las encontrase, para que pudiera escribir mis Malas memorias?


 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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