¿Qué es el sueño, sino el afán de otro mundo, de la búsqueda de otro universo? El conjunto de mi existencia, quizá la de tod@s, es una sucesión de sueños: entre ellos, alternan los inconscientes con los sinónimos de anhelo… aunque en ocasiones coincidan.

En el fondo podría decir que sólo soy feliz durmiendo: porque es cuando más sueño. Ahí reina impunemente, campa a sus anchas mi ‘yo’ más allá de la voluntad… tantas veces mediatizada por intereses inescrutables.

Si duermo poco: contento por haber aprovechado el tiempo. Técnicamente, voy a invertir para ganar ideas… eso que llaman “dormir”.

Si duermo mucho: contento por haber recargado batería. Siempre contento, hasta en la funda de mis gafas de sol (graduadas).

En mis sueños, siempre quise casa sin esquinas ni rincones, porque las ideas se hacen más claras soñando encrucijadas: la dirección correcta resulta con frecuencia la más difícil, pero todas valen.

Mi vida habría sido tan distinta si hubiera nacido en un pueblo alegre… no guardaría el pan inservible de los últimos cuatro días, ni me quedaría dormido en el autobús que me lleva a fiestas aburridas. Tampoco escribiría involuntariamente a los conventos, ni aguantaría broncas de los progresistas.

Siempre la incógnita de vidas alternativas: ¿qué habría sido de mí con insomnio? Sin alternancia de sueños, ¿me habría quedado algo que no fuera la explosión sin paz?