Agu

Bar

Samarcanda

´88

´97

378

             

 

El Agu era un bar-restaurante que vivía al principio de la zona antigua de la ciudad. Tenía una planta baja para vinos y cañas, pero también un primer piso donde se servían comidas y cenas.

En esencia el Agu era una especie de refugio gastronómico para los paladares un poco exigentes que deambulaban por aquella parte de la ciudad[1]: una excepción de color salmón y blancas mantelerías en medio del montaje dirigido a exprimir extranjeros y visitantes en general. Muy típico de los ambientes maracandeses.

Como apreciación de conjunto, puede decirse que el Agu era un lugar cómodo: podía servir para tomar una caña, un vino o cenar, sin que desmereciera por ninguna de estas actividades. Solíamos quedar allí para seguir después la ruta nocturna: en esos casos Nito, entre carcajadas, decía: “Quedamos en el Agu… jero”. El motivo ya era suficiente para que después, entre las risas sardónicas de B, pudiéramos contemplar la cara contrariada del camarero, incapaz de comprender nuestra alegría.

Otras veces no, el Agu se convirtió en lugar de intentos fallidos: como el de Maribel Denow, una chica que pretendía lésbicamente a Dolores BABÁ… nos invitó a cenar[2]. La reunión fue lo suficientemente clarificadora para que los ojos de Maribel Denow se derritieran a los postres por la temperatura de un imposible. Allí terminó una aventura entre ellas que ni siquiera llegó a empezar: sólo había sido una leve insinuación erótica por parte de Maribel Denow durante una casual intimidad anterior en la cual le había ofrecido mundos alternativos… en la que yo no estuve, por cierto. Lo suficiente para que Dolores BABÁ saliera huyendo para siempre de un paisaje tan incontrolable.

Y el Agu, paciente, contemplándonos en su interior, con infinita comprensión. Al fin y al cabo sólo era una pequeña excepción entre incontables piedras viejas.




[1] El inicio de la zona antigua, por su parte civilizada y monumental.

[2] A los dos, claro, porque Dolores BABÁ no se habría atrevido a enfrentar a solas una velada con ella. Yo era la coartada sujetavelas.

 

 

Sonido

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