4. Contexto temporal

   

4.2. Cada cual en su lugar

 

053

 

 

Estáis muy bien donde estáis, no en vano ahí os ha puesto la vida, tan sabia y tan puta[1], siempre con su media sonrisa: no se sabe bien si es de felicidad, aprobación, complicidad o ironía. Cada un@ en vuestro sitio, más o menos elegido. A pesar del tiempo o gracias a él.

No seré yo quien os saque de ese nicho: sólo vengo a recordaros lo que una vez fuisteis en mi vida; por eso tiene importancia la vuestra, como meros figurantes. En esta amarga representación no debemos olvidar papel alguno, porque a veces los personajes secundarios son los que le aportan salsa al guiso.

Os hablo retóricamente, con afán de que guardéis un silencio que consolida vuestro papel y además me eleva hasta el Parnaso que significa olvidaros tras haberos conocido. ¡Qué poco sospechabais que vuestra única razón de existir era ser personajes de estas Malas memorias! Os creíais llevando una vida independiente y vuestra, si seréis ilusos… Ni siquiera os invoco como fantasmas que sois. Estáis muy bien donde estáis.

Hoy: mi sueño lleno de gente que viene a hacerse notar. Como reivindicando aparecer en mis Malas memorias. Atiborrando salas, haciendo colas que obvian amaneceres. ¿Acaso aún están vivos?

Por mi parte mantengo un monólogo clarificador. En realidad es un diálogo conmigo mismo. Me pregunto:

–¿Te gustaría estar haciendo otra cosa?

La respuesta resulta casi insolente:

–Me gustará estar haciendo otra cosa, igual que me gusta lo que estoy haciendo ahora.

No me vengáis con nostalgias o cachivaches de la memoria, cuya única función resulta ser anegar el presente, porque querer tanto al pasado te perjudica. Está todo donde está, muy bien: al fin y al cabo, ahí lo hemos colocado.

Desde su lugar actual esa realidad envía signos, destellos que pretenden deslumbrar y retomar un papel protagonista ya perdido, que ahora carece de sentido. Le falta armonía con el contexto; son personajes fuera de escena, sin sentido. Por ejemplo: ¿qué tiene la noche, que ya no me cautiva con aquéllos sus abrazos tan lejanos? Desde su metamorfosis, inexplicable para mis fascinados ojos, ha perdido una identidad que nunca tuvo. Sólo en la certeza de que me persigue y pretende seducirme, encuentro el leve atisbo de que continúa siendo la misma. No la huyo ni la busco… porque no existe. La noche extraña, amplia y múltiple… ya me es ajena.

Sólo reconozco a esta otra, la doméstica de la paz cuyo abrazo es tan distinto. Quizá reniego de aquel descubrimiento que hace más de 30 años, tras el velo de su conocimiento y rostro, me abrió tantas dimensiones hasta entonces inexploradas. O quizá descubro hoy algo que no es sino la justicia de una noche asentada, aunque no conformista. Su encanto es similar al de los alcoholes largo tiempo reposados: saborearla transmite años de meditación. Una suerte de mística que se les hurta a quienes poseen o son poseídos por un espíritu que impide al cuerpo disfrutar de un instante de contemplación.

Para colocarse en esta instantánea que son mis Malas memorias cada un@ ha elegido libremente el lugar y la pose… como mínimo, han tenido 20 años para situarse. Por lo tanto, resulta un fidedigno retrato de voluntades e intenciones. Y si la fotografía fuera un gesto por mi parte (que no es el caso), se asemejaría más a un guiño de despedida que a un puente tendido.

Nadie tiene nada que cruzar, todo está ya en su sitio natural: bajo el sedimento de los años. Combustible procedente de la putrefacción animal: sois petróleo.

Una fuente de energía, sí, pero no limpia.


 

[1] Quizás entre ambas cosas haya una relación de causa-efecto.

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta