Filias y filatelia

    

Samarcanda

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FILIAS

Las filias, junto con las fobias, configuran lo que podríamos llamar la identidad estética de la persona. Por eso mismo son variables. Fluctúan a lo largo de la vida del individuo, dependiendo sobre todo de las experiencias vividas y asociadas a ellas. Las positivas a las filias y las negativas, a las fobias.

En tanto que son infinitas las posibles causas de unas y otras, tendremos como resultado que al combinar causas y experiencias, la conclusión resulta una perogrullada. No hay dos identidades estéticas iguales, como no pueden serlo dos individuos en muchos otros aspectos más. Puesto que vivir es cambiar, las filias también resultan cambiantes…

De ahí que no tenga mucho sentido hacer un catálogo de las que han ido jalonando mi vida; además sería inagotable. Mucho menos de las fobias, que obviaremos porque pueden extraerse sin dificultad de cuanto se encuentra indexado en estas Malas memorias… además de carecer de verdadero interés, al definirse por oposición.

Por su parte el capricho, como elemento fundamental de lo cotidiano, no debe ser confundido con la filia. El primero es una apetencia puntual, mientras que el segundo constituye un talante.

Así, estableciendo una metáfora con el mundo del perfume, la filia sería la esencia que nos queda tras prescindir de lo volátil. Una vez aplicado el tiempo como elemento evaporador.

Aquello a lo que uno tiende de forma natural, irrefrenable… le constituye y retrata. Generalmente se va presentando en forma de aficiones durante la infancia y se traduce por lo común en algún tipo de coleccionismo. Éste representa una natural tendencia a controlar la realidad… ¡Qué tranquilidad! Coleccionar coleccionables…

Es una manera útil e inmediata de conseguir estabilidad espiritual, tan necesaria cuando la persona se está formando.

Hay quienes adoptan esta costumbre y les queda como parte de su vida y su personalidad para los restos. En una considerable cantidad de ocasiones, como vocación laboral. Resulta legítimo, porque significa la aceptación de un hecho: la incapacidad de dominar la realidad en su conjunto, asumiendo por tanto las propias limitaciones.

Toda colección por definición es inacabable. Ése es uno de sus principales encantos, porque siempre se puede recurrir a ella para tranquilizar el ánimo, apaciguarse. Además resulta una lección amable de lo imposible que resulta abarcarlo todo. Una lección de humildad que nos humaniza. Quienes lo quieren todo, en cambio, tienen la frustración garantizada.

FILATELIA

Catálogos, dentados, emisiones, hojas-bloque, matasellos, tiradas… toda una jerga de tecnicismos que fui aprendiendo poco a poco. Ahora los recuerdo como ejemplos de aquel atractivo submundo. Ojalá la vida pudiera controlarse de una manera tan fácil… Sin embargo, aquel universo era simplemente un espejismo, un paréntesis, un microclima. Un compartimento estanco como el de las maquetas, los fascículos o tantos otros similares.

El paso de los años fue modificando mi actitud hacia los sellos de correos. Lo que en el ’75, cuando empecé, me pareció un universo fascinante, inagotable y atractivo… para el ’90 ya se me antojaba tan irreal como destinado a un público que se encontraba totalmente alejado de la vida. A fin de cuentas se podían saber infinidad de cosas de aquella esfera aislada del mundo, aséptica… pero se agotaban en sí mismas. Esto era lo que me resultaba relevante desde el punto de vista del conocimiento.

De entre las más elevadas se consideraban dentro de aquella burbuja las referentes a los filostuches. Un invento que permitía simultáneamente la conservación y el disfrute de las piezas. A día de hoy me pregunto retórica y metafóricamente de qué sirve mi sabiduría sobre el mundo de los filostuches.

En el territorio cuyas fronteras delimita la filatelia habitan innumerables colectivos humanos. Por un motivo u otro han recalado en ese puerto… Otro tanto podría decirse de la numismática, los rompecabezas o el punto de cruz. Cualquiera de esos campos resulta un buen refugio para no tener que enfrentarse con el mundo… Una parcela aislada, dominable, a la que recurrir cuando todo nos supera. Aunque muy civilizada, una blanda cobardía.

 

 

Sonido

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