Araceli SACO fue una compañera añadida al grupo de filósofos durante el trayecto, puede que procediera del curso-puente, desde Pedagogía. En todo caso, su integración fue tan natural como lo era la buena voluntad entre los compañeros de fatigas. Máxime cuando era de todos conocido el futuro laboral que nos esperaba: nulo o casi, restringido a la docencia en el mejor de los casos[1].

Araceli SACO era una chica cercana y campechana, de trato sencillo y límpido. A pesar de que no parecía tener una visión del mundo que pudiera ser innovadora o seductora, formaba parte del entramado y resultaba grato charlar con ella.

Tras sus ojeras, a pesar de la sonrisa, se adivinaba un tormento existencial que invitaba a la solidaridad. Nunca tuve conversaciones profundas con Araceli SACO, pero su presencia sin duda contribuía a la integración de nuestro grupo con la sociedad entera. Era una especie de pasadizo hacia esa realidad que a menudo nos quedaba descolgada, allá abajo, tan lejana…

[1] Endogámico.