Barbie

 

Bellas Artes

Ghuzor

´93

´98

194

             

 

Lo llaman karma y dicho así parece una cosa complicada, pero no es más que el papel que la vida nos reparte: un lugar en el mundo y en los roles… con el que tenemos que pelear durante toda nuestra existencia. Al mismo tiempo, pasaporte y carga.

El karma de Barbie Bellas Artes era ser alta y rubia en medio de una jungla de pseudoartistas: en la mayoría de los casos, salidos con disfraz de genios. Por eso le cambiaron enseguida el nombre, obligándola a abandonar su origen de Beatriz… modificándolo con el de la muñeca Barbie. Aunque se empeñaran en idealizarla y la adoptaran como mascota de una promoción, con lo que esto tiene de despersonalización y objetualización de una persona… Barbie Bellas Artes era una chica normal, de Ghuzor. Sin ínfulas ni sex-appeal, pero le añadieron este lastre, con el que tuvo que bregar durante años.

El papel adjudicado era fruto del cariño enfermizo de los impotentes, empeñados en convertir en fetiche lo inalcanzable. Barbie Bellas Artes se dejaba hacer ¡qué remedio! sin creer demasiado en el papel. A buen seguro, en el imaginario colectivo de aquella clase infestada de cocodrilos[1] Barbie Bellas Artes ha pasado a ser parte de una pequeña historia de frustraciones[2] cual muñeca hinchable. Quizá con carne, pero sin cerebro: porque éste siempre es un estorbo para según qué objetivos. Los de ellos (aparte de las fiebres nocturnas, plagadas de poluciones)… se reducían a la fama, el renombre, el dinero, los paraísos: todos aquellos sueños que a la mañana siguiente, a la madurez extrema… sólo son recuerdos húmedos.



[1] Ansiosos por devorar cualquier carne, apetito escondido bajo la careta de genios o artistas.

[2] Evocadas, idealizadas, como una adolescencia y primera juventud en las que creyeron brillar.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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