Belga Ref. Caracol  

Bélgica

   

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´95

201

             

 

Seguro que cuando llegó a Uzbekistán no imaginaba encontrar a alguien como Caracol… de hecho era un individuo que también resultaba en extremo extraño para los propios del país ¡con mayor motivo para una extranjera!

Pero Belga Ref. Caracol tampoco le debía de quedar a la zaga, por lo que se interpretaba de sus actuaciones públicas. Eso sí, parecía bastante más civilizada o diplomática… por decirlo de una manera que pueda comprenderse con facilidad. Belga Ref. Caracol a primera vista resultaba una chica de lo más normal: alta, pelirroja, ojos claros y más bien delgada… salvo algunas pecas, ningún rasgo que llamara especialmente la atención. Simpática y poco habladora: pero esto último podía achacarse a sus dificultades con el idioma. Su estética neohippie transmitía la sensación de que era una persona de trato agradable. De hecho, las escasas veces que hablé con ella me resultó de conversación fácil… no tenía la cabeza repleta de las puñetas típicas del alumnado de Bellas Artes, que era la carrera que estudiaba.

Supongo que formaba parte de aquellos becarios[1] que en realidad de beca no tenía más que el nombre. La dotación económica era tan ridícula que sólo cubría el diferencial del coste de la vida entre el país de origen y el de destino. La generosidad del Estado/los Estados en su pleno apogeo, vamos. Pero Belga Ref. Caracol pintaba y con eso ya lo tenía todo. Sólo podía pedir algo más: el plus necesario para integrarse en la vida uzbeka de forma plena. Su plus se llamaba Caracol: le abría miles de puertas que en realidad eran conciencias, porque juntos descubrían facetas humanas, tanto propias como ajenas, que les llevaban por paisajes difícilmente imaginables.

Pero Belga Ref. Caracol era infinitamente tolerante y eso le otorgaba una posibilidad real, efectiva: la de disfrutar paisajes que de otra forma le habrían estado vedados. Como aquella noche del ’93, en la que Caracol y yo coincidimos en una fiesta de la Facultad de Filosofía. Una noche que al rato, aburrida de ella misma, buscó otro horizonte y nos llevó en grupo hasta la Facultad de Bellas Artes. Allí Caracol hizo un striptease público que animó el cotarro hasta unos extremos poco imaginables, rayando el escándalo público ¡con lo difícil que resulta escandalizar a los habitantes de esa Facultad! Y Belga Ref. Caracol de forma natural le reía las gracias espontáneamente: admirando su personalidad, que complementaba a la perfección la educación pacata que a buen seguro Belga Ref. Caracol traía desde Centroeuropa. Les unía un vínculo que estaba más allá de las tonterías adocenadas que rigen las relaciones humanas entre la chusma normal: de otra forma sería incomprensible su ligazón.

Recuerdo una noche de desparrame en pandilla, en la que estaban ambos. Durante la cual vino a demostrarse que la risa: por mucho que se utilice, jamás se agota… Recorrimos infinidad de bares, dimos al traste con el presupuesto[2] y aún no teníamos suficiente. Íbamos improvisando chistes por el camino, haciendo tertulia sobre la marcha, alrededor de los Grandes Temas de la Historia del Pensamiento[3]… y Belga Ref. Caracol siempre reía. En ocasiones, con un par de besos aportaba energía a Caracol y a la noche: sin duda formaban una pareja ideal.

¿Qué pasaría por la cabeza de Belga Ref. Caracol? Imagino que un sentimiento dual: por un lado, disfrutaban de aquellos instantes irrepetibles que la Fortuna le había traído a las manos. De otro, el temor o la seguridad de que, precisamente por casuales, cualquier día desaparecerían entre sus dedos como Caracol o Uzbekistán.

Sin embargo jamás atisbé la más mínima de las tristezas o melancolías entre sus risas… tan naturales como sus cuadros, que llenos de rojos y azules inundaban aquellos ratos inolvidables, impagables, que nos regalaba la vida.

Seguramente buscó subterfugios infinitos que le permitieran quedarse a vivir en Uzbekistán para siempre. De hecho su mentalidad era más auténtica (en el sentido radical de la palabra) que la de la mayoría de las autóctonas… ésas que con frecuencia se miran en el espejo de Europa pensando que así serán más modernas. Mientras tanto, al revés, algunas como Belga Ref. Caracol, ya están de vuelta.



[1] Orgasmus, que decía el populacho con ironía.

[2] Desde el Pájaro loco hasta El Corro Cafetería, vaciamos mil barras de bar.

[3] Así, en mayúsculas, para mayor escarnio.

 

 

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