Blas 

Rey

 Tashkent

´90

´94

202 

 
             

Blas Rey era un tipo imaginativo y de sonrisa franca: de esas personas que resultan entretenidas por no conocer sus propios límites y emprender aventuras contagiosas… que te trasladan en el tiempo, surcando océanos de minutos y sargazos, con sorpresas siempre nuevas.

Blas Rey era una persona de contrastes, incluso podríamos decir que de contradicciones. Pero esto resultaba secundario, porque lo principal era su vitalidad, su capacidad emprendedora. Tenía un bar en Tashkent, El príncipe del bocata: un tapiz abigarrado de decoraciones posmodernas. Paredes llenas de objetos, casi como exvotos cuya historia hacía que el tiempo se convirtiera en una burbuja. Allí se comían bocatas eternos. Gracias a Valentín Hermano entré en contacto con Blas Rey. Enseguida, entusiasmado con mi tesina (entonces me encontraba trabajando en ella), me animó a seguir adelante. Movilizó todos sus contactos para facilitarme cuanto fuera necesario, aunque ya la tenía prácticamente acabada.

De todo aquello salió como resultado mi trabajo final de carrera. A Blas Rey le gustó tanto… que se llevó el bombín que utilicé durante la lectura pública. Pero eso no fue todo: Blas Rey tenía más facetas. Me animó a participar en su proyecto del ’96, a raíz del cual me convertí en candidato. Porque Blas Rey tenía un partido, el RE.U. que a la sazón había elaborado una candidatura unitaria junto con otros partidos pequeños de la misma tendencia: Agrupación Republicana, en cuya lista fui candidato por Samarcanda.

Al RE.U. yo le llamaba “el partido de las tres mentiras”: la primera, porque no soy republicano sino antimonárquico. La segunda porque mi condición de uzbeko es puramente circunstancial, ni elegida ni definitiva. La tercera porque yo no estaba unido con nadie, de hecho nunca fui militante del RE.U.

Sin duda aquélla era la mejor manera de garantizarme un futuro político tranquilo: un suicidio político en toda regla. Dicho motivo (añadido al carácter surrealista de la empresa) me decidió a dar el paso. Este hecho, añadido a la presencia de Blas Rey en mi tesina, le convirtió con todo merecimiento en un protagonista de mi pasado: al menos de estos dos episodios. No sólo los disfruté en su momento: también me resulta placentero recordarlos.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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