Marcel

 

Gitanillo grande

Samarcanda

´97

´99

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    A Marcel Gitanillo grande el apodo le venía por ser uno de los pretendientes de Marisa BARRA. Pero sus primeras apariciones en mi vida databan de mucho antes. Confusas, enraizadas en mi infancia, con el patio de los Franciscanos de fondo. Desde entonces le conservaba en mi memoria como un tío algo inquieto y trasto. El paso de los años sólo había servido para que Marcel Gitanillo grande fuera perfeccionando sus técnicas, sutilizando las trastadas.

    Con el tiempo Marcel Gitanillo grande se había convertido en alguien jovial, simpático y de trato agradable. Una de esas personas que con su actitud consiguen quitarte de la cabeza la idea de que estar charlando o tomando cervezas sea una pérdida de tiempo. No es que Marcel Gitanillo grande no tuviera aspiraciones, sino que éstas eran algo peregrinas para mi gusto. Nada reprochable, desde luego. No suelo juzgar a los demás por mis parámetros, puesto que cada persona es infinitos mundos.

    Nuestras conversaciones satélites de La Tapadera versaban sobre la teoría de las relaciones erótico-afectivas y su paralelismo con la informática. “Carpetas abiertas”, “documentos pendientes” y toda la serie de términos que vienen al caso… con su doble sentido: polisémico, fácilmente interpretable.

Una manera muy metafórica de abordar el tema, que nos facilitaba horas de conversación. Para mí Marcel Gitanillo grande era una conexión desenfadada con el mundo real, que así resultaba un poco más comprensivo, se mostraba más amable.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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