Moisés

 

Filoshowman

 

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Ya me disculparéis por empezar a escribir tan tarde hoy, pero estaba doblando unas sábanas y ya se sabe… las tareas domésticas siempre hacen esperar a la literatura.

Una imagen parecida es la que trae a mi memoria la figura de aquel chaval risueño y con natural desparpajo que pertenecía a una promoción anterior a la mía en la Facultad de Filosofía. Moisés Filoshowman era feúcho. Ojos vivarachos, sonrisa amplia y el rostro algo deforme (cara de pan)… bueno, como la mayoría de los filósofos… no les llama Dios por el camino de la belleza física.

Pero no importaba. Siempre tenía una sonrisa a punto para la conversación o una idea que lanzar al aire, con la que entretener y entretenerse un rato. Supongo que de ahí, de masticar mentalmente las ideas como se hace físicamente con los chicles, le surgiría cualquier día aquella figura literaria, retórica o más bien imagen arquetípica… Supo darle el nombre adecuado: creo que lo oí por primera vez durante una de sus exposiciones en clase[1].

Lo explicaba él mismo. Un filoshowman aglutina las características del filósofo clásico, pero añadiéndoles el requisito contemporáneo de ser un atractivo para la atención de la concurrencia mediante diversas técnicas, que dependerán de la personalidad del individuo de que se trate.

Para concretar, como ejemplos puede citarse a: El chaval de la peca, Paco Clavel, el Subcomandante Marcos, Álex de la Iglesia, Santiago Auserón o tantos otros que siendo filósofos han conseguido además ser mediáticos por su puesta en escena. Nada que ver con el clásico filósofo plasta que adormece al auditorio, da igual lo que diga.

Moisés Filoshowman era un ejemplo práctico de su propia creación teórica del concepto, del invento de la palabra. Evolucionaba histriónicamente por el aula a sabiendas de que todo formaba parte de algo así como la constante representación de un papel teatral. Tanto por su parte como por la de sus compañeros-espectadores. Claro, el inconveniente era que el papel eclipsaba su verdadera personalidad… Bueno, quizás eso formara parte del plan: una forma de enmascarar la timidez o vaya usted a saber.

Desde que conocí la idea del concepto filoshowman, entendí que el asunto tenía mucho de interesante y aprovechable… y de hecho, creo que a lo largo de mi existencia he conseguido optimizarlo en múltiples ocasiones[2], con mayor o menor consciencia de estar haciéndolo. Baste hablar de un par de ejemplos con los que me imagino se tendrá un ligero acercamiento a mi forma de entender el concepto filoshowman y su puesta en escena.

1)          Año ’93: la lectura de mi Tesis de Licenciatura[3]es un buen ejemplo. Sin entrar a valorar el contenido[4], sólo su puesta en escena. Mi disfraz de Álex, el protagonista de La naranja mecánica… era lo suficientemente provocador como para incitar a la reflexión del público. Simultáneamente representaba la figura de mi persona como showman que daba un espectáculo, pero también un trasfondo intelectual filosófico. Le otorgaba el necesario valor para no ser tomado a la ligera, como mero entretenimiento. Incitaba a reflexionar.

2)          Año ’95: la puesta en escena del Sornabique en Andijon[5].

3)          Año ’99: ponencia-exposición Mi patria en mis zapatos, experimento dadaísta[6].

Me parece que por ahí iban las ideas de Moisés Filoshowman. Puede que el tiempo le haya asentado en su papel de seguro docente, en el mundillo de los institutos de Secundaria… aunque también puede que diera el salto hasta una Facultad y sea un señor con renombre universitario, mas no lo creo. Sobre todo por su talante y desparpajo dicharachero, propio de quienes se encuentran fuera del circuito académico.

En cualquier caso Moisés Filoshowman merece figurar en esta galería de espectros que confecciono a ratos perdidos. Igual que un funcionario expresa su aburrimiento con diversos divertimentos: catedrales de palillos o zarandajas semejantes. Es sólo una instantánea de su carcajada, sobre la tarima de algún aula cualquier día… enseñando tras su sonrisa la generosa colección de dientes separados que le regaló la Naturaleza… En ese escenario nos encontramos cada día: no sólo él y yo… también todos vosotros, aunque muchas veces como espectadores involuntarios e inconscientes de un show que no entendéis.




[1] A la que me cupo el privilegio de asistir aquel año en el que hice Cuarto y Quinto de carrera, motivo por el que algunas veces asistía a clase con aquella promoción.

[2] Aunque no siempre relacionadas con el mundo de la filosofía, a veces también en otros ámbitos.

[3] Véase 651 #2

[4] Heterodoxo desde el punto de vista académico.

[5] Véase 360

[6] Véase 091

 

 

Sonido

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