Pablo

Primo

Farghona

´64

´99

571

           

 

De la crisis adolescente que vivieron en su día los dos hermanos (Lucas Primo y Pablo Primo), nacieron dos personas totalmente diferenciadas. Tanto entre ellos como respecto a sus padres. La distancia generacional estuvo en la base del conflicto, pero en el caso de Pablo Primo fue radicalmente curioso. Acabó recalando en una de las facetas que a su padre, Pablo Tío le había tentado en su día: la música… y tras una etapa heavy, Pablo Primo la reformuló con un estilo totalmente distinto: el piano clásico.

Lo que en el caso de Pablo Tío no había pasado de ser una mera ínfula, un delirio de grandeza al más puro estilo snob… para su hijo Pablo Primo fue dedicación profesional y exclusiva. Vocación, con la capacidad que posee el arte de reinventar cuanto alcanza o afecta.

Así, curiosamente, Pablo Primo acabó convirtiéndose en un bohemio. Algo que, a pesar de tener como base la misma raíz que Pablo Tío le había infundido, hizo que se fuera por otros derroteros diferentes, si no antagónicos. Es cierto que Pablo Primo tuvo sus escarceos con la UdeS[1], pero bien pronto abandonó ese academicismo para abrazar otro totalmente distinto… el que se deriva del Conservatorio, donde había estado desde bien pequeño por imperativo paterno. Lo redescubrió durante la adolescencia, tras la explosión de una personalidad introvertida y sensible. Ésta latía ya tras sus poemas de la época… y devino agilidad en la interpretación de los pentagramas clásicos, ante el teclado de un piano siempre nuevo.

Para deslindarse de las infinitas trampas y tentaciones que la vida ponía a su paso, Pablo Primo decidió marcharse a la soledad del campo estepario, lejos del mundanal ruido. Durante una buena temporada estuvo viviendo al lado de un pantano. Le imagino experimentando el silencio como música. En esa otra realidad que convive paralela a la nuestra, pero escondida contra su propia voluntad por la vorágine de una prisa que nada tiene que ver con las músicas.

Probablemente allí residiera una buena parte del redescubrimiento de la vida que desde entonces ha experimentado Pablo Primo. Es probable que éste haya sido el trampolín necesario desde el que lanzarse a un vacío que algún día terminará siendo piscina. Pablo Primo se integra ahora en esa otra dimensión de la vida que le esperaba desde siempre, porque es su esencia. El paso del tiempo, las experiencias… sólo han ido llegando para aclararle la mente.

Qué lejos quedaba aquel niño soberbio de 8 años que un día, al volver del colegio, le espetó a su madre: “¡No he comido nada, ni agua!” Y sin embargo es el mismo. Late el genio en su esencia, despierta y vuela entre las notas.




[1] Algún tipo de Filología, creo recordar.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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