Andrea
Puente     ´89 ´91  721
             

Parecía una mariposa, revoloteando inaprehensible su belleza por todos los paisajes ya archiconocidos durante aquella etapa final, académicamente hablando. Andrea Puente apareció como por casualidad, pues era una de esas alumnas que se añadía a la promoción de la Facultad de Filosofía en la recta final, durante el llamado Segundo Ciclo, porque procedía de una licenciatura anterior, ya acabada: en su caso creo que era Pedagogía. De cualquier forma, fue admitida en el grupo en la medida que ella quiso, que se sintió implicada.

Obviamente no tenía los tres años de conocimiento previo que poseíamos los compañeros de la promoción, que en el caso de la Facultad de Filosofía era más complicidad que compañerismo, sin duda. Pero Andrea Puente tampoco pretendía que su aparición entre nosotros fuera un terremoto. Puestos a hablar de la condición humana en metáfora de elementos atmosféricos, la de Andrea Puente resultaba ser una lluvia tenue y amable, cálida… que poco a poco va empapando el espíritu calladamente hasta que uno se descubre empapado hasta los huesos.

Y eso que yo la conocí poco… mejor dicho, traté poco con ella, porque conocerla sí que tengo impresión de haberlo hecho en cierta medida: lo suficiente para hacer la presente radiografía. En ocasiones nos encontrábamos casualmente por los bares del itinerario nocturno habitual, intercambiando palabras amables, impresiones puntuales y ocurrencias facilitadas por Baco y sus acólitos. Andrea Puente solía mirarme con un matiz de previsión y desconfianza, aunque no negativamente: no sé qué le habrían contado de mí, pero se la notaba precavida; aunque nunca me lo llegara a decir, se le escapaba por los poros aquel conocimiento, que en su caso venía acompañado de una expectativa, pues parecía sorprenderse del trato conmigo. Como si le resultara extraña mi amabilidad y sospechara de una segunda intención escondida tras ella.

Andrea Puente y yo charlábamos, pero no era en clave aunque tras las palabras y el lenguaje no verbal se escondiera un segundo mensaje tan inaprehensible como indiscutible e interpretable. Ambos lo sabíamos sin decir ni una palabra sobre el asunto: una especie de magia inaprehensible, complicidad del espíritu que va más allá del tiempo y la materia.

Existen interpretaciones esotéricas de acontecimientos similares que hablan de conocimientos por reencarnación o viajes en el tiempo, pero no sé qué puede haber de cierto. El caso es que Andrea Puentey yo no pasamos de ahí; puede que nos conociéramos tanto ya que no quisiéramos profundizar más en la materia… aunque puede también que fuese simplemente alguna cuestión menor relacionada con el problema de los celos como estándar de comportamiento humano. Porque recuerdo una noche que coincidimos en el Trueno… yo iba bebiendo, no sé si solo o acompañado; en la barra tomando una cerveza, se encontraban Andrea Puente y Araceli BRUMA: su situación era ciertamente acaramelada, aunque no sé si con solución de continuidad.

En cualquier caso, me habría unido gustosamente a la fiesta si me hubieran invitado. Pero creo que yo sólo era una excusa, tema de conversación para una charla en el mismo lugar de la barra del Trueno donde con poca diferencia de tiempo (no recuerdo si días antes o después) otra noche estuve metiéndole mano en el coño a la Hermana de Venancio picoleto.

 

 

Sonido

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