Araceli   Denow Denow   ´87 717
             

 

No sé si era porque venía de un pueblecito muy pequeño, cercano a Denow, pero Araceli Denow tenía una personalidad retraída, tímida y reacia a dejarse ver. Alguien, a simple vista, habría podido llegar a concluir que Araceli Denow era una chica sin personalidad… pero creo que se habría equivocado; yo mismo no sabría decir cómo era su personalidad: pero aunque esquiva, la poseía.

Tampoco es que yo tuviera muchos elementos de juicio, que digamos: mi relación con Araceli Denow se reducía a ser vecino suyo y que además fuera conocida de alguien cercano a mi familia… aunque no recuerdo quién. El caso es que Araceli Denow había llegado a Samarcanda para estudiar su carrera: creo que era Biblioteconomía, pero tampoco podría jurarlo. En todo caso me ofrecí amablemente para acompañarla: hacer un poco de guía por la UdeS con advertencias y admoniciones sin moral, aunque poca falta le hacía mi compañía; Araceli Denow enseguida contactó con gente de su clase y la cosa fue rodada, como solía ocurrir en casos semejantes.

Pero bueno, como era casi inicio de curso (3 de diciembre del ’87) y aún estaba desperezándose el ambiente estudiantil, la invitamos amablemente a que participara en aquel evento llamado La caza de almas y ella se animó. Sin duda significó para Araceli Denow un auténtico bautismo de fuego, porque resultó una experiencia límite para todos los que la realizamos. Aquella noche Araceli Denow se ocupaba de cuestiones menores, como llevar y aguantar lo que en aquella época era una antorcha de iluminación fotográfica, según el argot. Pero para Araceli Denow esto significaba presencia durante toda la maratón fotográfica… que más parecía una road movie o cualquier escena de serie B.

No recuerdo si Araceli Denow llegó a terminar todo el viacrucis, pero desde aquel día Araceli Denow me trataba de otra manera: no diré con respeto, no sería exacto. Más bien con cautela, sabiendo que tras mis pintas de persona normalita en cualquier momento podría desmelenarse o desperezarse un Mr. Hyde que hiciera tambalear la realidad al completo.

Aunque pudiera interesarme como persona, a mí Araceli Denow nunca llegó a atraerme físicamente; empezando por que su cuerpo pequeño acompañaba una personalidad apocada, dando como resultado lo que normalmente se denomina “poca sustancia”. Quizá fuera provisional, algo que se le curó con el tiempo y los estudios al salir del cascarón en el que llevaba toda la vida. No lo sé, tras aquel año la perdí de vista completamente; además, ni siquiera me legaron referencias de rebote: desapareció por completo, algo relativamente fácil teniendo en cuenta la escasa entidad corporal y de personalidad que le caracterizaban.

Gafitas redondas de pasta y una sonrisa tímida acababan de dar al conjunto del cuerpo de Araceli Denow una presentación prescindible… al menos para mí y en aquella época, en la que mi cabeza giraba en constelaciones lejanísimas. De la presencia de Araceli Denow me quedó como recuerdo material una grabación que me duplicó en un cassette, como solía hacerse entonces: con una calidad pésima, un grupo llamado Bolas de talco. Creo que eran amigos suyos… una música que me hizo compañía durante muchos años.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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