Araceli GORGORITO   Sirdayo ´88 ´91 716
             

 

Era de lo más normal, en aquella época y con su edad: Araceli GORGORITO respondía al perfil típico de la chica joven que, en cuanto tiene la oportunidad, se engancha un pedo del 15 bebiendo sin control, hasta perder el norte, la conciencia, el oremus o el conocimiento. Como se quiera decir. Hasta ahí todo “normal”, pero lo curioso de Araceli GORGORITO era la aparente incompatibilidad de esa actitud con la vocación que guiaba su vida, porque estaba estudiando Medicina.

Eso significaba que durante su parte Dr. Jekyll Araceli GORGORITO investigaba maneras de poner remedio a las infinitas amenazas que se ciernen sobre la salud de cualquiera en forma de dolencias… pero en cuanto tenía oportunidad, el péndulo oscilaba hacia la parte contrapuesta de la realidad: entonces Araceli GORGORITO se encontraba poseída por su parte Mr. Hyde.

Para ella la consecuencia era alterar el ritmo saludable de vida: empezando por el ritmo circadiano, pues el sueño resultaba hecho trizas… pero también estaba el asunto inevitable del alcohol y el tabaco: en el caso de Araceli GORGORITO ambos eran consumidos en cantidades desmesuradas. Claramente tóxicas, superando esta característica otras en teoría compensatorias como puedan ser el equilibrio psicológico o cultivar las habilidades sociales… que quizás también entraran en aquellas veladas como actividades, pero por desgracia pasando siempre a un segundo plano.

No se me malinterprete, en mis palabras no hay censura ni intento alguno por preservar los valores tradicionales o las buenas costumbres, ¿cómo podría ser así cuando yo hacía prácticamente lo mismo que Araceli GORGORITO, sólo que en bares distintos, con otra música y otras compañías? Pero lo que en mi caso era investigación antropológica, trabajo de campo muy en consonancia con la Filosofía, en el suyo había un evidente crujido existencial: ¿pretender curar a la gente y maltratarse ella misma? No sé, a mí me quedaba un regusto de sospecha sobre la posible esquizofrenia que anidaba bajo aquella apariencia de fragilidad y bondad… así la encontré, resacosa, algunos días que pasé por su domicilio para recoger a su hermana Sabrina GORGORITO y marcharnos a dar una vuelta. O también a llevarle algún libro o cintas de tangos, durante alguna de mis visitas culturales a su casa común.

Fue así, de rebote, como conocí a Araceli GORGORITO: mientras intentaba maniobras de acercamiento a Sabrina GORGORITO, sin mucho éxito. Pero me impresionó la actitud de Araceli GORGORITO, siempre resacosa, fumando tabaco negro como si se arrepintiera de hacerlo… mientras se iba a estudiar en un acto de contrición. Lo cierto es que Araceli GORGORITO actuaba así a sabiendas de las nefastas consecuencias de ello sobre su salud: como si disfrutara de una bula de indulgencia por parte de la enfermedad o hubiera sido indultada de la muerte sine die.

Yo pensaba para mis adentros que en mi caso la ignorancia del funcionamiento corporal y los procesos de degradación de la materia me disculpaban… total ¡era de Letras! Pero Araceli GORGORITO, con conocimiento de causa y efecto, ¿por qué actuaba así? Parecía más bien la aceptación de una especie de inevitable destino al que se enfrentaba con arrepentimiento. Sólo se me ocurría que tras aquello hubiera una historia fatalista de un amor no correspondido o algo similar.

Pero alguna noche coincidí con Araceli GORGORITO en la discoteca Ana: ella en todo su esplendor; bailando, bebiendo y fumando… sin mesura. De trágico aquel destino no tenía nada. Parecía más bien que Araceli GORGORITO estaba enamorada de la noche y la exprimía sin remordimientos, aunque al día siguiente le pasara factura.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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