Ambrosio LOMO se refería a ella de esta manera por su parecido físico con las hembras tetonas que dibujaba para El jueves el profesor Cojonciano… puede que ella en realidad se llamara Raquel, no estoy seguro. Pero enseguida pasó al archivo de mi memoria por el apodo ocurrente de la Chica Cojonciano.

Era guapa y algo despampanante, pero no sé si deliberadamente o de manera inevitable. En todo caso la Chica Cojonciano era una estudiante de Psicología en la Universidad Fanática; se le había atravesado la Lógica y por recomendación de Jesús Rocker acabó desembocando en mis manos, a la sazón estudiante de Filosofía en Tercero o Cuarto, no lo recuerdo muy bien.

La Chica Cojonciano no era tonta, aunque tampoco excesivamente despierta (como puede concluirse por la procedencia académica que la acreditaba). Creo la frecuencia con la que acudía a casa de mis padres) a recibir mis clases era de un par de veces a la semana, lo que suponía cierto jolgorio por el ambiente propiciado gracias a los comentarios de Ambrosio LOMO… más que nada porque a él, cuando llegaba la Chica Cojonciano a casa, la sola visión de aquel cuerpazo le ponía los dientes largos.

Después nos encerrábamos ella y yo para dedicarnos a la Lógica: jamás a otra cosa. Y es que la Chica Cojonciano tenía un objetivo claro, aprobar la asignatura; yo nada más era el pasaporte para poder traspasar aquella frontera, ambos lo sabíamos.

No negaré que siempre resulta más agradable impartir clases a alguien cuyo cuerpo es atractivo, pero para mí se trataba de una cuestión totalmente al margen: nada de “transferencia” en versión académica, por mucho que ella fuera una psicóloga en ciernes (aunque habría resultado un apetitoso experimento).

Supongo que para la Chica Cojonciano mi existencia era sólo un puro trámite gracias al que acceder al aprobado que buscaba. Así fue y por tanto jamás volvimos a vernos, claro. Quedó en mi recuerdo como pueda hacerlo un espejismo para la mente calenturienta y a la deriva de un náufrago o alguien perdido en el desierto, obsesionado de mil maneras por encontrar agua potable.