Maribel

Jefa de estudios

Qûqon

´95

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874

             
               

 

Parecía una chica muy atenta y debía de serlo, a la vista del lugar que Maribel Jefa de estudios ocupaba laboralmente en el Instituto Fortaleza. Ser Jefa de estudios no era ninguna tontería allí, como no lo es tampoco en cualquier recinto de Secundaria: todas las personas que hemos pasado por algún centro de ese tipo como alumnos bien lo sabemos. De hecho, mientras el Director es la cabeza visible que teóricamente hace funcionar un Instituto de Secundaria, la práctica nos dice que sin un Jefe de estudios jamás podría funcionar: esta figura es el poder en la sombra.

El caso de Maribel Jefa de estudios era éste; sólo que ella, en lugar de ostentar un aura macilenta y algo grisácea, como suele ocurrir con las personas que desempeñan dicho puesto, tenía una imagen e irradiaba una energía bien diferente.

Puede que la condición ojisaltona del rostro de Maribel Jefa de estudios estuviera relacionada directamente con un agual camaleónico, pero le otorgaba a su imagen la condición de atención constante, como he dicho al principio: daba la impresión de que su mirada, azul y cristalina, hacía que nada escapara a su control.

Algunas veces coincidí con Maribel Jefa de estudios durante el viaje que unía Djizaks con Samarcanda, pues ella era oriunda de este último lugar, lo que nos hizo coincidir ocasionalmente en el trayecto. Las charlas con Maribel Jefa de estudios me resultaban muy amenas; se comportaba como una persona normal, sin las ínfulas propias de su cargo. Es probable que esto tenga mucho que ver con su condición de profesora de Matemáticas y por tanto licenciada en Exactas… circula una leyenda que dice que sólo con ellos y con los licenciados en Filosofía puede hablarse con normalidad de cualquier cosa: en el caso de Maribel Jefa de estudios se cumplía, no sé si porque yo era su interlocutor y también entraba en aquella especie de norma no escrita que apela a la capacidad de razonar más allá de las cuestiones laborales.

Se podía hablar y razonar con Maribel Jefa de estudios[1] era entretenido, así las horas del viaje se hacían más llevaderas… además intercambiábamos puntos de vista sobre la realidad en su conjunto sin perdernos en las minucias que podrían habernos enredado viniendo desde nuestro común lugar de trabajo. Cualquier opinión sobre cualquier tema, no obstante, llevaba aparejada implícitamente una carga que ambos conocíamos, aunque obviáramos; implicaciones colaterales referidas, ni que fuera de rebote, al Instituto Fortaleza y cuantas cuestiones que en él tenían lugar… y por supuesto a los dos nos afectaban.

Tertulias desenfadadas en cuya trastienda, agazapadas, se encontraban cuestiones de calado, a saber: la semana cultural en la que yo me encontraba inmerso (la vaca, la beca, la boca y la bicoca), mi nombramiento como instructor de un expediente disciplinario a una alumna (ante el que tomé una actitud ciertamente comprometedora) o mi respaldo a Alejandro Filosofía en aquel asunto problemático de su relación con Kencia DIME (sobre esta cuestión también tomé partido) eran sólo algunos ejemplos.

La actitud de Maribel Jefa de estudios resultó comprensiva en todos los casos; supongo que aquellas conversaciones le sirvieron para comprender mi punto de vista sobre el conjunto. De hecho todo salió adecuadamente, por lo que entiendo que la actitud y el enfoque que Maribel Jefa de estudios debió de aportar para la buena marcha no fue baladí. La risa de Maribel Jefa de estudios era sincera, no de compromiso… mientras el paisaje iba desfilando por la ventanilla al tiempo que nosotros dos arreglábamos el mundo. No parecía una Jefa de estudios al uso, sino alguien familiar y cercano.

 


 



[1] Algo excepcionalmente positivo tratándose de alguien con responsabilidad.

 

 

Sonido

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