Marta

Ref. Felipe Tronco

 

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Aunque Marta Ref. Felipe Tronco poseía unas características del todo encuadradas en lo que clásicamente se considera una mujer, no lo parecía a primera vista. Su cuerpo era generoso en todos los sentidos: sensual por las curvas que describía en el espacio simplemente su presencia… cuando había movimiento aquello se multiplicaba infinitamente.

Sugerente desde la mirada, tan diáfana como disparadora de imaginación al simple contacto visual. Incitadora a compartir proyectos físicos con ella, porque parecía imposible que algo pudiera salir mal con aquellas premisas adornando sus caderas. La risa que brotaba entre sus rizos, tan morenos como su piel, parecía liberar infinidad de torrentes cristalinos: una risa que parecía irrompible.

Si a todo esto añadimos que los gestos y maneras de Marta Ref. Felipe Tronco resultaban cálidos en extremo, casi comunicando con su presencia lo indiscutible de un mundo mejor… entonces se comprenderá sin mayor dificultad que en la persona de Marta Ref. Felipe Tronco se reunían todas las características que hacían de esta chica alguien en extremo agradable… pero ante la que uno llegaba a sentirse infinitamente pequeño, ínfimo.

Al menos yo me notaba alguien tan normal que casi me avergonzaba de mi condición. Es cierto que mi edad, que rondaba los 16, era ciertamente proclive a semejantes sentimientos, pero ni se me ocurría pensar en Marta Ref. Felipe Tronco como un objeto de deseo: no habría sabido qué hacer con ella ni siquiera en mis fantasías.

El desparpajo con el que Marta Ref. Felipe Tronco se desenvolvía en la vida cotidiana a mí me resultaba sublime. Bien es cierto que ella no se pretendía ni creía alguien superior: de hecho sus aspiraciones se reducían a dedicarse a su pareja, un amigo de Valentín Hermano apasionado de la electrónica, Felipe Tronco, además de proyectar un nido futuro con él. De hecho, todo muy normal: Marta Ref. Felipe Tronco podía encarnar sin saberlo todas las señales de una venus al estilo más primitivo (Willendorf, por ejemplo), pero aunque alguien se lo hubiera dicho se habría quedado igual. No sería algo que pudiera haberla sacado de la felicidad en la cual vivía.

Alguien podrá argumentar que aquélla era una felicidad de barrio, comparada con las mayúsculas que glosan la Historia y la mitología. Pero Marta Ref. Felipe Tronco y el propio Felipe Tronco reían con tanta frecuencia que habrían desarmado con aquel argumento tan sencillo como incontestable cualquier razonamiento que hubiera pretendido hacerles caer desde su posición, aunque dicho razonamiento hubiese sido una tesis doctoral o una invitación a otros mundos.

Parecía como si la mezcla del color de los ojos azabache de Marta Ref. Felipe Tronco con el de los celestes de Felipe Tronco diera como resultado algo más que un cruce de miradas: una dimensión distinta, cargada de matices huidizos. Pero no aquéllos que delatan a quien pretende escapar por miedo a lo desconocido o terror al dolor, sino de los habitantes del paraíso. Ahí donde viven todas las versiones de la dicha humana, inalcanzables para el común de los mortales.


 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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