Mina

ESCABECHE

Samarcanda

´97

´99

797

             

 

Durante una de sus múltiples excursiones por la vida social de la Samarcanda anclada en la naftalina, Valentín Hermano conoció a Mina ESCABECHE y congeniaron: desconozco hasta qué punto llegó su grado de intimidad, pero incluía el asunto carnal y el del refugio en el “otro” como pañuelo donde enjugar las lágrimas.

También puede que fuera al revés y comenzaran por los intercambios de flujos y confesiones, para acabar derivando en la colaboración de Valentín Hermano con Mina ESCABECHE en aspectos más sociales… bueno, causa y efecto estuvieron interrelacionados, de esto no cabe la menor duda.

Es probable que todo arrancara de algún tipo de coincidencia en El antro de Judas y las tendencias naturales de ambos hicieran el resto. Mina ESCABECHE se codeaba con todo el contingente de la supuesta élite social de Samarcanda, porque se dedicaba a la elaboración de ropa; algo que dicha élite había abrazado como una de sus señas de identidad, puesto que les venía muy bien construir algo así: de esta manera parecía que realmente poseyeran dicha identidad, cuando sólo eran una pandilla de mastuerzos especuladores con muchas ínfulas y ganas de ser nobleza. Aspiraciones no les faltaban, pero tenían tantas como carencias: infinitas.

A Mina ESCABECHE todo aquello le había servido como una tabla de salvación durante los ’80, agarrándose a aquel trabajo tras su fracaso matrimonial, lógico porque aquella pareja había nacido del desconocimiento y la confianza, rota esta última a la primera de cambio. Los tonos tierra y los diseños austeros que caracterizaban los diseños de moda de Mina ESCABECHE tenían una inmediata interpretación psicoanalítica, pero ni ella era consciente ni los ámbitos en los que se movía poseían conocimiento para saber que de esta manera se hacían un retrato social de cuerpo entero.

Mina ESCABECHE durante algún tiempo tuvo un taller en la misma calle que estaba La Tapadera y llegamos a colaborar en ocasiones… por ejemplo, reportajes fotográficos sobre alguno de sus desfiles. Pero bajo esa superficie de éxito social y empresarial latía una frustración existencial de Mina ESCABECHE que algún día la llevó a buscar ayuda desesperadamente para no caer en la tentación del suicidio. Allí encontró a Felipe Anfetas, consolador donde los haya: con eso consiguió salir del bache momentáneo, pues aunque buscaba a Valentín Hermano, éste siempre se encontraba ausente… de casa y de la vida en general.

Mina ESCABECHE era simpática y digna de mejor suerte, sin duda; había sido capaz de sobrevivir a unas pruebas durísimas que la vida le había colocado como obstáculos, pero había ido dejando jirones de ilusión por el camino y cargándose con débitos como el de su hijo, que ya rondaba la mayoría de edad allá por el ’98.

Es probable que en circunstancias distintas Mina ESCABECHE no hubiera llegado a ser manipulada de una forma tan torticera por parte de una sociedad de la que ella abominaba por ser origen primigenio de su infelicidad. Seguramente habría sido alguien muy diferente, pero para eso habría que reescribir la Historia completa, porque todo arrancaba sin duda de la educación que Mina ESCABECHE había recibido y que había ido calando en su interior hasta conquistarlo por completo.

Me parecía mentira que pudiera ser alguien de mi edad, me parecía mentira que mi suerte hubiera sido tan opuesta a la de Mina ESCABECHE… porque en otro mundo posible yo habría sido más o menos como ella, salvando las distancias.

 

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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