No pasa nada por ser del montón. De hecho, la gran mayoría de la gente lo es, lo somos. Pero ¿hasta qué punto un@ tiene conciencia de eso, cuántas añagazas utiliza un@ mism@ para no pensar o no formular algo tan drástico como accesorio?

Pues a Mina Ref. Carmen Kagan le pasaba esto: era una quinceañera del montón que circulaba por Kagan igual que lo hacían el resto de las personas de su edad. No llamaba la atención ni por su físico ni por su intelecto; algo que no es mucho decir para alguien así, aún pendiente de descubrir sus potencialidades y desarrollarlas para llegar a ser una persona completa… aunque eso signifique muchas veces no llegar nada más que a vivir, que no es poco.

De hecho yo no habría llegado a fijarme jamás en Mina Ref. Carmen Kagan, ni tan siquiera habría sabido de su existencia a no ser por algo que no era propiamente suyo: Mina Ref. Carmen Kagan era la amiga íntima de Carmen Kagan, mi amor platónico del ’81 durante mi estancia veraniega en Kagan. Digamos, por tanto, que Mina Ref. Carmen Kagan era una persona “satélite” de la principal, al menos para mí o mis intereses sentimentales de los 16 años. Lo cierto es que yo vivía en Samarcanda, lo que significaba una distancia de años-luz de la vida de Kagan y sus habitantes; tenía como contacto principal y más importante a Rai ÁGIL: él me introdujo en su pandilla, compartió conmigo infinidad de charlas y ratos muertos. Era mi amigo en aquel pueblo de mala muerte que me había tocado en suerte, sólo por haber nacido allí y conservar familia en él.

Para Rai ÁGIL resultaba ser que Mina Ref. Carmen Kagan se encontraba en el punto de vista (de mira, mejor dicho) que le abría posibilidades de futuro en el campo de los sentimientos: la pareja formada por Carmen Kagan y Mina Ref. Carmen Kagan venía a ser el complemento ideal de la que formábamos Rai ÁGIL y yo. Todo esto simplemente desde las especulaciones o pajas mentales con las que Rai ÁGIL y yo consumíamos buena parte de los días en aquel secarral de sentimientos. Para mí Mina Ref. Carmen Kagan era la segundona de Carmen Kagan, con lo que Rai ÁGIL aceptaba el papel de segundón respecto a mí. Bueno, todo este reparto no era más que de papeles mojados, porque aquella intencionalidad de dobles parejas al más puro estilo de póker… no pasó de un intento fallido: en un banco de piedra; al sol y en plena tarde de verano.

Eso sí, recuerdo a Mina Ref. Carmen Kagan altiva y resuelta, como ejerciendo el papel que entre ellas le había sido asignado: la mensajera que se arriesga a ser asesinada por ser portadora de malas noticias. Pero no nos provocó rencor por eso, ni mucho menos. Simplemente, tras tantos años, me intriga cómo puede ser la personalidad de alguien que se presta a ejercer ese rol, a representar ese papel para proteger a su amiga.

Ya sé que después, más tarde en la vida, los papeles se repiten: aunque más complejos, intrincados y heterogéneos entre relaciones económicas, de poder y tantas otras… Pero aquel teatrillo, a sus 14 o 15 años, al que asistí en primera persona, como parte integrante de la representación dramática, me resulta clarificador… quizás porque después, a lo largo de los años, he podido comprobar cómo algo tan importante se acaba diluyendo en la Nada.