Mina

Ref. Tadeo Esquizofrenia

 

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A veces el Destino se reviste con unos ropajes cercanos al delirio, como alardeando de hasta qué punto es capaz de retorcer la realidad, acercándola hasta extremos que jamás habríamos sospechado transitar… para reprocharnos con ello la presunción de tener las cosas claras: una construcción mental tan frágil como el espejismo que es.

En este caso apareció Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia: una tarde, al fondo de una cinta de mensajes telefónicos que anidaba en un contestador estropeado; registraba aleatoriamente las grabaciones en casa de mis padres, así que tuve que escucharla entera, sin saber qué contenía. La mayoría estaba en blanco, según me informaban los auriculares que yo utilizaba para poder simultanear la tarea con otras ocupaciones. Pero casi llegando al final: la voz de Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia informándome de que Tadeo Esquizofrenia, su hermano, había sido ingresado en una clínica para desintoxicarse y el Idiota, su bar, se encontraba disponible para el traspaso… por si era de mi interés.

Aquello fue una carga de profundidad para mis aspiraciones submarinas, la bomba que hizo saltar en mil pedazos mi vida de entonces. Sólo que yo en ese momento aún no lo sabía, porque no había transcurrido el tiempo necesario para los acontecimientos; simplemente interpreté como oportunidad lo que en realidad era una condena a vida.

Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia era la embajadora de aquello que probablemente para ella era el intento de buscar una salida para la situación de Tadeo Esquizofrenia. Pero desde la tontería que habitaba su cabeza repleta de ínfulas propias de la capital del mundo mundial, resultaba ser una oportunidad que le ofrecía alguien de su indiscutible importancia a un pelagatos como yo… y de rebote a quienes resultaron ser los tres socios en aquella aventura llamada Idiota: Valentín Hermano, Felipe Anfetas y Cristian BARRA.

Finalmente decidimos entre los cuatro ir adelante con lo que podía ser un futuro boyante… o la ruina definitiva. Una apuesta al todo o nada. Resultó ser esto último, pero como fruto de aquella catarsis yo me vi liberado de lo que hasta entonces parecía mi vida… lo que en realidad no era sino espejismo, pesadilla o maldición: llámesele como se quiera.

Por ese motivo a la larga la aparición de Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia para mí fue un pasaporte, trampolín hacia la autenticidad de mi futuro: el que desde entonces disfruto, desde el que os escribo a tod@s ahora. ¿Matar al mensajero, a la mensajera en este caso? Ni eso ni lo contrario, porque Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia era sólo un eslabón involuntario e inconsciente en la cadena de sucesos que me llevaría hasta esta libertad que disfruto ahora: cadena para romper grilletes.

Nada que ver con el hecho de que Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia, aquella megalómana y creída, que se pretendía artista y musa de no sé cuántos artistas como ella, fuera una ínfula pagada de sí misma: de calidad estética nula (como fotógrafa, pero también como modelo) y unas ansias infinitas de perdurar en el tiempo sin que se arrugase su pretendida belleza.

Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia hacía ver que su nombre albergaba resonancias de épocas doradas en las que el arte daba de comer, pero diariamente ella dejaba entrever su vocación especulativa; en cualquier ocasión que se presentaba, pretendía sacar tajada, claro… ¡si el mundo sólo estaba ahí para generar una riqueza a la que Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia tenía derecho (de pernada) gracias a su belleza infinita y su talante incomprendido!

Mina Ref. Tadeo Esquizofrenia era así, pretenciosa y con un ego relleno de sí mism@: incapaz de comprender cómo lo que para ella eran aplausos de justo reconocimiento, en realidad eran las carcajadas con las que premiaba su ridiculez el mundo entero.


 

 

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