Tasio

Conserje

 

Angren

´94

´95

969

             

 

Lo de Tasio Conserje era la demostración palpable de la capacidad que posee el mundo real para integrar a los elementos más díscolos que puedan imaginarse, porque si algo quedaba claro enseguida de conocer a Tasio Conserje era su vocación por ser un individuo difícil en cualquiera de las situaciones posibles. Sus afilados rasgos, los que configuraban su rostro, ya eran un anticipo de su personalidad… o bien la prueba palmaria de que “el alma modela hasta los huesos”, como dijo Adolfo Domínguez. Mandíbula cuadrada, media barba, moreno y con los ojos algo saltones, el gesto natural de su rostro era desafiante; como si su sola mirada ya te increpara en el momento de conocerle. Una intuición que enseguida se veía corroborada, porque intercambiar con Tasio Conserje unas palabras ya mostraba que la relación humana con él era al más puro estilo foucaultiano, una relación de poder.

Supongo que en el imaginario de Tasio Conserje aquello era la respuesta que de forma automática había desarrollado su personalidad como protección ante la amenaza que representaba cualquier persona. Quizá por su condición de conserje en el Instituto Juan Montalvo de Angren, donde tenía obligación de lidiar con la fauna más variopinta: al servicio de todo el mundo, pues el conserje resultaba ser una especie de chico de los recados, criada para todo. Y eso que el año que yo estuve allí no habría sido ni mucho menos de los peores… a buen seguro en su historial se amontonaban experiencias muchas veces inconfesables de cientos de impresentables a quienes había tenido que aguantar. De ahí que la personalidad de Tasio Conserje apareciese sin duda como curtida: la de un superviviente, alguien que ha tenido que vérselas con lo indescriptible y ha conseguido salir adelante. No sólo eso, sino que ha conseguido incluso ascender hasta hacerse un hueco en la vida. A codazos muchas veces, pero que está ahí; en el caso de Tasio Conserje su logro era haber llegado a ser el conserje titular, con derecho a vivienda propia dentro del mismo Instituto Juan Montalvo.

El conjunto de todo aquello le otorgaba a Tasio Conserje un pedigree difícilmente explicable, que le llevaba a comportarse con soltura y camaradería ante el estamento docente, casi tratándole de tú a tú. Algo natural, por otra parte… porque muchas veces al clasismo de los docentes no le venía nada mal semejante vacuna. El caso, en resumen, es que Tasio Conserje era un tipo cargado de buen humor y de trato agradable, aunque tuviera con frecuencia la irascibilidad a flor de piel. En esto quizá influyera el hecho de que sus dos hijas empezaran a estar “a tiro” del sexo masculino y Tasio Conserje tendía a prevenir en un ambiente como el de Angren, propicio a los deslices. En la mentalidad de Tasio Conserje cualquier macho pretendía tirarse a sus hijas aunque se demostrase lo contrario, de ahí que su cara de pocos amigos se conjugara a la primera de cambio… en todos los tiempos verbales: posibles y probables.

En resumen, la vida de aquel pobre hombre inadaptado y con escasa cultura que era Tasio Conserje, se debatía entre las exigencias laborales, el complejo de inferioridad humana y el afán por conservar intacto el territorio virginal de sus vástagas. Casi nada como ocupación permanente para alguien cuya principal tarea existencial había consistido durante toda su vida en acomodarse en un mundo que no le gustaba… ni al revés, porque Tasio Conserje tampoco era bien visto por el mundo. En sus pocos ratos libres también bebía orujo y era dado al compadreo: supongo que como terapia autoimpuesta para integrarse en un mundo al que no había pedido venir.

 

 

Sonido

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