Otilio

BABÁ

Kagan

´91

´95

 917

             

 

La sonrisa un poco impostada hacía recelar de su autenticidad, pero me parece que era más una cuestión de márquetin que de auténtica hipocresía. El caso es que Otilio BABÁ a primera vista aparecía como alguien amable y poco problemático, aunque no sé si era su comportamiento general o se trataba únicamente de su relación conmigo, como novio que era de su hermana Dolores BABÁ… motivo éste por el que llegué a conocerle, puesto que aunque habríamos coincidido infinidad de veces en los garitos progres de la noche maracandesa, para mí hasta el ’91 Otilio BABÁ sólo había sido parte de la inmensa y anónima masa que poblaba aquellos lares.

A partir del ’91, que fuimos respectivamente conocedores, algunas veces coincidíamos y nos saludábamos; lo que indicaba inequívocamente que ya éramos compañeros de juerga sin saberlo. Otilio BABÁ frecuentaba lugares típicos de la gente de su especialidad, las Ciencias Exactas: tanto en Samarcanda como en Tashkent, que era donde residía en un Colegio Mayor. Aunque no era muy comunicativo en esencia, más bien reservado y parco en palabras, yo le conocía un poco más por los antecedentes en los que me introducía la propia Dolores BABÁ: según éstos, se trataba de un tipo con ideas algo radicales, aunque no violento… y eso que defendía sin tapujos ni sonrojo las reivindicaciones de Qûnghirot, algo que a mí me sorprendía un poco. Tampoco profundizamos en el tema, porque no me parecía una persona a quien yo le resultara especialmente agradable: al menos charlar conmigo; más bien me daba la impresión de que lo hacía diplomáticamente, para no distanciarse de su hermana… pero creo que yo le parecía un tonto de los huevos de mucho cuidado. Algo que a mí tampoco me importaba en demasía, pues a pesar de lo que Dolores BABÁ le atribuía como virtudes, a mí tampoco me parecía alguien especialmente interesante.

Así transcurría aquella relación de rebote entre Otilio BABÁ y yo, digamos que provocada artificialmente por las circunstancias, pero que no generaba afinidad ni rechazo por ninguna de ambas partes. Fuera de lo dicho y la declarada afición sin mesura que Otilio BABÁ practicaba hacia el jazz, me parece que poco más podría encontrarse de interés en aquella existencia abocada laboralmente a la docencia y cuyas aspiraciones vitales jamás llegué a conocer, si es que en realidad existían.

Puedo decir sin temor a equivocarme, eso sí, que de aquella familia me parecía el más equilibrado de sus miembros y cuyo contenido cerebral resultaba más aprovechable. Quizás si nos hubiésemos conocido en diferentes circunstancias la cosa habría sido distinta, pero el lastre que conlleva una relación de supuesta tolerancia con el único fin de no enmerdar las cosas… en fin, que pocos años después Otilio BABÁ desapareció de mi vida: sin pena ni gloria, claro.

Alguna charla sobre entidades matemáticas o de Lógica formal, algún planteamiento vanguardista sobre el dibujo técnico y sus perspectivas… fue de lo poco que en mi memoria sobrevivió al paso del tiempo; inquietudes y ocurrencias en pensiones sofocantes, charlas improvisadas con Otilio BABÁ y Dolores BABÁ durante la coincidencia de fechas y exámenes de oposiciones.

 

 

Sonido

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