Paco

HIGO

 

Samarcanda

´79

´83

730

             

 

Aunque llegué al Instituto Tele Visión de una forma casi accidental, porque bien podía haber ocurrido que no llegara nunca gracias a las conspiraciones religiosas que se urdieron para impedirlo, no recuerdo haber permanecido nada de tiempo aislado. Quizás el motivo fue que casi de manera inmediata, aunque se pierde el suceso en la neblina del olvido, conocí y entablé amistad con Paco HIGO, un chaval muy similar a mí en aquella época. A ambos nos gustaba el fútbol y teníamos en común un perfil de quinceañeros tan alegres como descerebrados: lo que viene siendo lo normal para unas criaturas de nuestra edad, alumnos incipientes de Secundaria.

El sentido del humor de Paco HIGO tenía algo en común con el mío: constante mofa de la realidad, algo de irreverencia y mucha imaginación. Así que nuestras respectivas creatividades se retroalimentaban, de manera que llegamos a constituir un tándem de lo más entretenido para nuestra existencia… tanto que incluso prolongamos nuestra amistad adolescente más allá de la convivencia obligada que suponía compartir la clase durante el Bachillerato.

Durante la estancia en el Instituto Tele Visión, Paco HIGO y yo empezamos a salir algunas veces los fines de semana, acompañados también por el otro elemento del triunvirato: Javier Cecilio ASAZ. Las actividades que realizábamos no eran gran cosa, lo habitual en aquella época, típico para nuestra edad: tomar alguna caña, ir al cine o a dar un paseo… excepcionalmente, por algún motivo señalado, una visita a la disco era todo un acontecimiento para nuestro grupillo. En general, nada del otro mundo, que suele decirse.

Paco HIGO resultaba ser un entretenimiento añadido que le daba un poco de vidilla a aquella monotonía que era el Instituto Tele Visión. Paco HIGO era un tipo desinhibido, cuyo carácter sin duda me ayudó a ir esbozando el mío en cuanto a la presentación del mismo en sociedad. La falta de respeto con la que Paco HIGO abordaba cualquier cosa me resultaba contagiosa y aleccionadora, pero no estaba reñida con mi capacidad de estudio y dedicación académica, motivo por el que ambos íbamos superando las etapas propias de aquellos años de múltiples aprendizajes. El grado de éxito social de dicha etapa, aunque escaso, sin duda provino de esa camaradería.

Luego ya nos perdimos de vista, me parece que él se fue por la rama de Ciencias y así acabó de diluirse algo que ya se veía separado desde que Paco HIGO empezó a jugar al fútbol mientras que yo simplemente lo veía por la tele: el de los equipos importantes, claro. A él no llegué jamás a verle jugar.

Sin embargo casi 15 años más tarde volví a verle un día; mejor dicho, vino a verme una noche. Era la época en la que yo estaba peleándome con el Idiota como posible forma de ganarme la vida, que más bien era imposible. Me saludó efusivamente recordando viejos tiempos con su gesto inconfundible de sonrisa torcida; le devolví el entusiasmo con sorpresa… casi le había olvidado. Marilyn Hermana, a través de la suya, le había invitado a venir al bar. Para mí era la reaparición de una época ya empolvada, sedimentada por el pasado: fósil. Igual que yo para él, poco menos que un fantasma hecho materia con el que brindar por el olvido.

 

 

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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