Cecilio

 

Pescara

 

´88

´98

236

             

 

Su pelo canoso y sus bigotes de gato venido a menos… a ser humano, delataban la tela de araña que se escondía tras su triste mirada de matón. Alguien como Cecilio Pescara puede dominar artes marciales y salir victorioso de cualquier escaramuza de bar de madrugada, pero en el fondo de su abismo se reconoce vacío, pírricamente victorioso.

Pertenecía a la noche maracandesa desde hacía muchos años… a esa atmósfera triste y macilenta en la que se ahogaban entonces las personalidades provincianas: como las cucarachas, salían a la noche… como queriendo ocultar miserias.

Cecilio Pescara dejaba entrever en sus gustos por la agilidad de movimientos[1] una juventud que no acababa de marcharse de su cuerpo. Aunque su mente fuera vieja casi desde siempre, algo en él se resistía a aceptar semejante evidencia: el paso del tiempo. Actuaba siguiendo esa intuición de resistencia, como si con ello consiguiera una especie de pacto contra el calendario.

Era indudable que Cecilio Pescara tenía cierto encanto decadente: éste fue el que atrajo la personalidad de Araceli BÍGARO hacia su órbita, consiguiendo crear una extraña simbiosis entre ambos. En dicha sociedad se combinaban las vocaciones hosteleras[2] con las noches de loco descontrol (sexual, alcohólico y seguramente algo más) y con los desayunos de cava y caviar.

Para esta pareja el paraíso se reducía a eso: mientras, el infierno se les prolongaba infinitamente durante las interminables noches aguantando desesperaciones ajenas en baretos como el Pescara, aquella guarida para quienes se encontraban irremisiblemente abocados a la condición de ‘piano-man’.

Gracias a Cecilio Pescara y Araceli BÍGARO estuve una temporada pinchando discos en un bareto de cuyo nombre no puedo acordarme, que finalmente tuvo que cerrar por falta de clientela.

Con Cecilio Pescara siempre parecía que en cualquier momento podría pasar algo… y parecía casi una bendición el hecho de que no ocurriera nada, puesto que la intuición era todo lo contrario de positiva.

Convencido de que en otras circunstancias Cecilio Pescara podría haber evolucionado de manera muy diferente, yo le trataba como a una persona normal. Daba por supuesto que si Araceli BÍGARO estaba con él, habría en Cecilio Pescara un trasfondo que merecía la pena… aunque a mí se me escapara. Nunca supe si estaba en lo cierto o es que Araceli BÍGARO, empollada, había perdido el oremus, anegada por la inevitable mediocridad.

En fin, ¿qué más da? Al cabo Cecilio Pescara era su elección y su vida. Aunque la cara de Cecilio Pescara fuera la personificación del nocturno aburrimiento maracandés.



[1] Sirviendo copas, por ejemplo.

[2] Regentaron diversos antros ruinosos, como por ejemplo el Vamos.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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