SIMIENTE

 

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“¡No me sobes, cura!” –se oyó repetir varias veces a alguien con un tono de voz cada vez más elevado. Me giré instintivamente, con una curiosidad irreprimible. Quien hablaba era SIMIENTE, dirigiéndose a GUSARAPO. Éste, con las técnicas habituales de su gremio, intentaba acercársele para hablar mientras establecía contacto físico. Desde luego, no era en absoluto reprochable que le contestara así.

Quienes conocimos a GUSARAPO comprendemos sin dificultad que sacaba de quicio a cualquiera. Con más motivo si su interlocutor era SIMIENTE, conocido por su perfil izquierdoso y anticlerical. Eran los ’80 y la visceralidad a flor de piel resultaba más que comprensible. Los años de dictadura habían dejado, lógicamente, un afán inagotable de libertad.

Era lo que transmitía SIMIENTE: un tipo socialmente comprometido y colaborador en cualquier iniciativa encaminada a educar a la sociedad de una manera más abierta y tolerante. Lejos de una naftalina que, como puede comprobarse, aún campaba a sus anchas. SIMIENTE era un tipo militante en causas de carácter social. Por ejemplo el colectivo antinuclear, en el que también se encontraba implicado.

Con toda seguridad su carácter, independientemente del signo de sus ideas, debería extenderse aún hoy entre el colectivo de docentes universitarios. Desgraciadamente en la actualidad están más preocupados por sus prebendas individuales que por cualquier compromiso social ni político.

A SIMIENTE un día le falló el corazón y se marchó para siempre, pero mientras estuvo fue coherente… tanto como vehemente.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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