Maika

Kurusha

 

´95

´97

 867

             

 

No sólo se disfrazaba habitualmente de tía despampanante, sino que ejercía como tal en cuanto tenía la ocasión: mostrando muslo aquí, insinuando una mirada (pretendidamente) seductora allá o aprovechando proximidades para ostentar roces con intenciones lujuriosas o promisorias. Como si alguien le hubiese solicitado alguna vez semejantes limosnas…

Pero lo cierto es que Maika Kurusha no sólo se complacía con exuberancias, sino que además gustaba de ejercer como excepción de la consuetudinaria ley que contrapone por incompatibles la belleza física y la inteligencia. En otras palabras, su pretensión era aglutinar la inteligencia y el hecho de ser una tía buena. De ahí que se dedicara a estudiar Filosofía al mismo tiempo que a mover las caderas o reír como forma de hacer girar los planetas a su alrededor.

Como sabrá por experiencia toda aquella persona que haya pasado por una Facultad de Filosofía, no es necesario ser excepcionalmente inteligente para conseguir un título académico. Algo esto último que finalmente consiguió Maika Kurusha sin mayor dificultad, pues a sus capacidades mentales supo añadir los encantos naturales que ostentaba… para subir nota, mayormente.

La conocí precisamente por codearse con Nito y Joaquín VERDAD… era allá por el ’95 y coincidíamos en ocasiones en el domicilio de éstos, aunque Maika Kurusha dejaba bien claro a la primera de cambio que no había nada que hacer con ella en el terreno erótico: nada salvo la contemplación y el disfrute de la proximidad, con lo que esto tiene de aroma y algún que otro roce supuestamente fortuito. Y es que una de sus cartas de presentación era parapetarse tras la figura de su novio, oriundo de Qûnghirot y por tanto acompañado de un aura cercana al malditismo y lo prohibido.

Quiso la casualidad que alguna vez coincidiéramos en Djizaks los tres (Maika Kurusha, su flamante novio y yo) y llegáramos a comer juntos. También en ocasiones Maika Kurusha estuvo dando una vuelta por Djizaks, como yo también lo hice por su horizonte natural, aprovechando el asunto de la proximidad geográfica. Intercambios culturales entretenidos, pero nada más. La sombra de su novio planeaba a cada instante sobre ella.

Paseos y charlas informales acompañaron un puñado de encuentros de ese tipo, veladas durante las cuales quedaba clara la simpleza mental de aquel futuro marido (dedicado al estudio del mundillo arquitectónico) y por ende la catadura intelectual de aquella ninfa pretendidamente superior: en lo despampanante y lo mental, por partida doble.

Durante uno de aquellos paseos urbanos, un día que no estaba él, a Maika Kurusha se le enganchó un tacón en la rejilla de un desagüe y su zapato quedó reducido a una leve protección para el pie, privado de su aguja de unos 7 cm… dejando así de ser un elemento de la parafernalia estética con la que Maika Kurusha solía disfrazarse. Aparte del valor metafórico de la anécdota, ésta venía a dejar clara la situación que compartíamos Maika Kurusha y yo: como si no hubiera sido suficiente un episodio anterior, digno de ser glosado.

Una noche, en casa de Nito y Joaquín VERDAD; los cuatro charlábamos animadamente de infinitos temas, abordándolos con interés y sin pedantería: como era costumbre entre nosotros en aquel mítico domicilio. Al calor de la conversación, no sé cómo surgió la anécdota pero no fue más que un desafío que me propuse yo a mí mismo… más que nada como divertimento iconoclasta, ante las risas y disfrute de mis tres acompañantes: disfrutamos viéndome puesto uno de sus (de ella) vestidos verdes. Me quedaba un poco ceñido y aunque me favorecía hasta el punto de plantearme la operación del cambio de sexo, las lorzas delataban mi futuro fracaso en el mundo de la pasarela… No pasó de una anécdota ocurrente y jocosa, pero en esencia resultaba lo suficientemente válido como travestismo… llevada a cabo (para mayor mérito) sin gota de alcohol.

Digamos que nos arrancó a todos las carcajadas necesarias para inmortalizar la velada, al mismo tiempo que dejaba prístina una verdad más allá de la materia: que yo podía disfrazarme de Maika Kurusha sin mayor dificultad, de la misma forma que ella lo hacía cada día. De ahí que la distancia que nos separaba fuera inmensa: tan infinita que conmigo jamás le servirían sus tácticas o sus estrategias/estratagemas, como así fue. Desapareció cualquier día, como otro cualquiera… ya estará titulada y casada…

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta