Joaquín

VERDAD

 

Jizzakh

´85

´99

383

             

 

Nos conocimos estudiando Filosofía, al empezar la carrera… Éramos compañeros de clase en la misma promoción. Al principio yo recelaba de aquella gente que se ponía en primera fila, entre los que estaba Joaquín VERDAD. Pero una vez pasada la euforia de mi zambullida en la Filosofía como el río que es… comprendí que sin duda había algo en el mundo que manejaba Joaquín VERDAD. Un tesoro que[1] para mí iba a ser algo quimérico. Nunca encontrado y por tanto perdido.

Sin embargo aquel tesoro no era de su exclusivo patrimonio. En aquella nebulosa también orbitaban Nito, Celia VACÍO, Maika GRECA, Leonor COGE y algún otro elemento más que constituía la élite intelectual de la clase. Los tres primeros traían como garantía de su denominación de origen el marchamo de Jizzakh. Todo un pedigree en aquella promoción, como pudo comprobarse con el paso del tiempo.

Con toda seguridad Joaquín VERDAD es la persona más inteligente que he conocido a lo largo de mi vida. Al menos de aquéllas a las que he tratado en profundidad y con las que he convivido/compartido vida a lo largo de los años. Sin embargo, como ocurre en tantas ocasiones, esa condición para Joaquín VERDAD se ha convertido muchas veces en una traba para conseguir la felicidad, cuando no una maldición. Incluso a pesar de tener también inteligencia emocional.

El hecho de haber nacido en una familia normal ha ayudado infinitamente a Joaquín VERDAD a insertarse en el mundo como uno más de nosotros… a pesar de ser excepcional en muchos aspectos. Sus padres, su hermano, su ciudad, sus amigos y compañeros. Todo constituyó el entorno ideal para que Joaquín VERDAD no se sintiera desplazado a lo largo de su infancia… aunque sin duda se experimentara tan diferente al resto del mundo. Así aprendió por un lado a pasar desapercibido, mientras hacerlo no significara menoscabar sus aptitudes.

Por otra parte esa posición le sirvió para un aprendizaje bien diferente. Que ser inteligente en un mundo de subnormales no deja de ser una maldición[2]. Con el paso de los años aprendió a encontrar su hueco en el mundo, acomodarse en el entorno. Un lugar difícil, ciertamente. En eso se parece al de todos cuando nos acomodamos en nuestro hábitat, a pesar de ser único para Joaquín VERDAD.

Saberse a distancia requería mucha mano izquierda para no convertirse en un inconveniente. Y Joaquín VERDAD lo consiguió, a diferencia de tanta gente que a lo largo de la Historia ha sucumbido: ante desgracias mentales, arrinconamientos sociales y desesperaciones personales.

Es necesario saber administrar bien la inteligencia y la sabiduría que conlleva, ante todo para que no se vuelva contra uno mismo. No es sólo que la sociedad esté plagada de necios esperando a que surja un genio para conjurarse contra él, tal como vaticinaba John Kennedy Toole. Es que además el primer y más importante enemigo contra el que tiene que luchar alguien inteligente es él mismo. No debe dejarse vencer por la fácil tentación del elitismo[3], ni por el abuso ante los menos capaces. Casi todos. Convivir constantemente con esa tarea para no caer en una soledad a la que sin duda le conduciría a uno, envidiosa, la sociedad[4].

Paulatinamente, a medida que crecía, Joaquín VERDAD iba sorteando todos estos obstáculos. Aprendiendo a convivir con lo inevitable, aunque deleznable. Pero no por ello resignándose.

De una velada memorable, durante una tarde de domingo en casa de Joaquín VERDAD en octubre del ’89, surgió la máxima que traigo a colación: “Los domingos por la noche es cuando hay que buscar novia”. Salió de sus labios como algo natural y diáfano, aun siendo una sentencia lapidaria. Tanta naturalidad merecía un apunte para la posteridad. Su utilidad resultará indiscutible para cualquier mentalidad que sepa apreciarla.

En cierta ocasión, corría el año ’90 o ’91, Joaquín VERDAD y yo celebramos cumpleaños conjunto[5] en su calle plateada, donde residía. Una fiesta del cóctel… para siempre en la memoria… como el combinado que inventamos, especial para el acontecimiento:

CÓZTEL MOLOTOF

Ingredientes:

1 Vino blanco dulce

2 Madeira

1 Triple seco

1 Brandy

480 cl. Ron añejo

480 Té negro cargado helado

240 Zumo limón

750 Zumo naranja

60 gr. Azúcar

2 horas enfriando

Añadir:

Hielo + 3 Cava + 2 l. Soda

Remover

Años más tarde, a lo largo del curso ’95-’96 estuve trabajando en Djizaks. Esto significaba que prácticamente todos los fines de semana iba a pasarlos en Samarcanda. El trayecto de vuelta hasta Djizaks era un autocar que salía de Samarcanda el domingo por la mañana. Como la casa de Joaquín VERDAD estaba en el trayecto hacia la estación de autobuses, institucionalizamos el desayuno de aquel día en ese famoso domicilio, que durante aquellas veladas pudo ver entre sus paredes infinitas carcajadas y neuronas a flor de piel. Pero no una competición, sino un torrente cristalino en el que nos bañábamos con motivaciones mutuas y constantes… Reconciliándonos así con nuestra propia forma de ser, para otras cosas y en otras ocasiones tan ingrata.

Cuando Joaquín VERDAD vivió en aquella Travesía de Samarcanda, tuvimos grandes momentos para recordar toda la vida. Muchas veladas de complicidad, conversaciones que merecerían haber sido grabadas pero que por suerte sólo existen en nuestro recuerdo… Y ante todo la risa como último recoveco. Refugio para náufragos en este mundo tan mezquino que ni siquiera es absurdo.

Durante los años que compartimos horizonte fui aprendiendo grandes lecciones de Joaquín VERDAD. A pesar de las diferencias que pudieron llegar a existir entre nosotros por motivos femeninos[6], jamás llegamos a distanciarnos por ese motivo.

Todo esto forma parte ya de nuestra última etapa de “horizonte común”. Después prácticamente nos perdimos la pista… salvo alguna incursión extemporánea.

De aquella época surge el espíritu de la dedicatoria de su Tesis Doctoral[7]. Me cupo el honor de figurar en ella así: “A Ernesto, por hacer del arte humor y del humor, arte”. En el fondo resulta un resumen prácticamente nítido de nuestra relación de amistad. Aunque obvie que también Joaquín VERDAD, aunque sólo fuera como receptor, participara de manera cómplice de ese mismo humor y de ese mismo arte.

En fin, llegar a semejante nivel de comunicación no verbal, de conexión espiritual: puede comprenderse que requiera innúmeras experiencias compartidas. Por lo general incomprensibles para el universo lingüístico, al que no se dejan reducir.

Con el tiempo y mucha paciencia Joaquín VERDAD aprendió a desarrollar sus habilidades sociales en el ámbito universitario. Esto le ha permitido en la actualidad aquello que le corresponde de forma natural. Es profesor universitario en Tashkent, algo que debería congratularnos a todos. Sin duda con ello el mundo mejora cada día.

Desde lugares como el que ocupa Joaquín VERDAD, a los pobres mortales se les ofrece cada día la posibilidad de abolir una esclavitud que se piensa inevitable: aunque sea sólo en ámbitos restringidos.

Desde el poder se empeñan en anular o minimizar esa liberación, para seguir exprimiendo como si se tratara de una naranja… a una población cada vez más incapaz de comprender algo.

La más vergonzosa de las esclavitudes es la mental, dejando de lado las trasnochadas: de la piel y del dinero.

Joaquín VERDAD es una oportunidad de sabiduría, aunque no haya nadie que pueda o sepa apreciarla… Quizá porque en el fondo la sabiduría sea lo más revolucionario.




[1] Si yo mantenía aquella absurda distancia, propia de los prejuicios clasistas/académicos.

[2] Si se quiere de élite, pero al fin y al cabo un lastre existencial.

[3] Que conduce al ostracismo.

[4] A mí me costaba cierto esfuerzo tratar a Joaquín VERDAD como una persona normal. Para conseguirlo solía pensar en algo peregrino, que le trajera a ras de tierra. Pensar en Joaquín VERDAD, por ejemplo, como un experto en Platón cortándose las uñas de los pies… o una persona que sufría problemas de caspa recidivante.

[5] Nuestras respectivas onomásticas eran muy próximas en el calendario, ambas en diciembre.

[6] Jacinta HUMOS aún era su amor platónico mientras yo estuve saliendo con ella.

[7] La cual no he llegado a leer y muy probablemente no podría entenderla aunque lo hiciese.

 

 

Sonido

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