Así mismo

Pub

 

Samarcanda

´85

´96

650

             

 

Al Así mismo le salvaba su localización estratégica, de paso entre unos cuantos de los bares emblemáticos de la noche maracandesa en nuestra zona: de ahí que muchas veces, cuando el Anillos o el Acorazado estaban llenos, la gente acabara entrando en el Así mismo de rebote, sin vocación inicial.

Pero era un sitio que se dejaba querer: quizás porque la música generalmente era buena, porque el ambiente solía ser agradable y nada problemático o porque nos toleraba sin preguntar nada sobre nosotros, los radicales libres.

Al Así mismo le faltaba un poco de personalidad como sitio, pero esta carencia quedaba suplida gracias a la facilidad en el trato de los camareros y los parroquianos habituales: entre ellos, Laura Malafolla, con sus ojos vidriosos y sus porros permanentes. Si el Así mismo pecaba de algo, era de la oscuridad que reinaba en el baño: poco propicio para los momentos en los que uno se dejaba llevar de la mano del alcohol por los inciertos paisajes etílicos. Más de una vez me descubrí meando sin ver nada: la penumbra de luz grisácea se compinchaba con el empeño de mis pupilas por no moverse ni un ápice…

A pesar de todo siempre conseguí salir airoso del Así mismo, por muy pedo que estuviese. Quizá por eso no era un bar que me disgustara. Sin ser un lugar en el que quedaba, con frecuencia hacía una paradita improvisada para tomar una birra o un whisky al calor de su iluminación verdosa y amarillenta… algo así como una parada de postas que permitiera resistir más tiempo en la calle.

El Así mismo era un sitio en el que descansar, apartarse un poco de la vorágine y recargar energías… las que sin duda harían falta un poco más adelante a lo largo de las desérticas noches, esteparias para el alma.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta