Cansado

Bar

 

Samarcanda

´88

´98

447

             

 

Era cuestión de suerte: durante mucho tiempo el Cansado como taberna había estado en la frontera de la marginalidad, geográficamente hablando. A la entrada, en la linde del tan temido y cacareado “barrio chino” de Samarcanda, lugar reservado a la cara oscura de la sociedad en la época de la dictadura: lumpen, droga, gitanos, prostitución… todo ese submundo que tanto repele a las mentes biempensantes en teoría, pero que en la práctica suelen practicar con frecuencia.

En fin, el Cansado había sobrevivido con una clientela marginal, dedicado a los vinos de oscuros orígenes y calidades. Pero al llegar la “democracia” y el reinado de los progres, reivindicativos y afanosos de una igualdad idealizada, el Cansado se había convertido en una especie de lugar para la “militancia de taberna”. Así, era frecuente ver ambientes: estudiantiles de bajo coste, laborales con afanes de compromiso social… que convivían también con la fauna natural del lugar: inconfesos alcohólicos de barrio. Obreros que buscaban un lugar de expansión mental aún a costa de la alienación física. Y gentes que huían de la maracandesidad guapa y con pellejos… ésa que siempre ha gobernado Samarcanda

Sólo penetrar en el Cansado significaba un impacto sin remedio sobre la pituitaria y por extensión sobre el conjunto de los sentidos: olor rancio que se mezclaba con el aroma de la comida… porque en el Cansado también había menús económicos. Era, por así decirlo, una tasca en todos los sentidos[1].

Sin embargo era un lugar agradable, lejos de los disfraces sociales que por lo general en cualquier paisaje suelen enmascarar la vida. ¿Cómo decirlo? Poseía una sinceridad de lo cutre, que reconciliaba a los habitantes con el origen humilde que en el fondo todos poseemos. Más allá de convenciones sociales: todos nacemos desnudos y nos iguala la mierda cotidiana.

En el Cansado se respiraba esa especie de camaradería animal, coincidía gente que no se conocía de nada. A pesar de ello había un espíritu compartido flotando en la pesada atmósfera: el de ser compañeros en la nave de la vida, más allá de las diferencias materiales y todas las zarandajas inventadas por la sociedad para enmascarar esa cruda realidad.

En el fondo sólo se trataba de eso: el Cansado era un bar crudo, real como la vida misma. De ahí que generase en quienes lo frecuentaban el clásico conflicto de atracción-repulsión: quien alguna vez se veía inmerso entre sus fauces por cualquier circunstancia aunque fuera inconscientemente, se debatía entre la tentación de zambullirse en aquella vida con todas las consecuencias… o no volver jamás a pisar aquel umbral del infierno.




[1] También los de la palabra.

 

 

Sonido

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