Ciervo

Bar

 

Samarcanda

´80

´90

342

             

 

Entre los establecimientos ancestrales y casposos de la Samarcanda de los ’70, había algunos que disfrutaban de su renombre y fama para la población… sin que se supiera muy bien por qué. Probablemente la explicación sea que eran utilizados como referencias geográficas fáciles… más que nombres de calles o edificios conocidos: ya se sabe, el populacho siempre empeñado en llevarle la contraria a la oficialidad.

Uno de ellos era el Ciervo: aparentemente se trataba de una cafetería… y como tal rezaba su luminoso. Era un cuadradito amarillo con letras verdes, muy directo… Tal como el nombre, el propio antro visto desde fuera no decía nada en particular. Si acaso transmitía una apariencia de normalidad sospechosamente semejante al inmovilismo, como si ya formara parte de la Samarcanda establecida y dispuesta a defender su status a fuerza de perpetuarse.

Pero ocurrió que alrededor del Ciervo empezaron a florecer antros de nueva generación, algo que lo convirtió en una reliquia de los oscuros años de la dictadura… con el paso de los años insertada en un terreno diametral y culturalmente opuesto. Difícilmente podía ser defendido como baluarte de una ciudad que ya había cambiado los pañales.

Pasar por delante del Ciervo durante las correrías nocturnas provocaba lástima: me hacía recordar unos tiempos que sólo fueron dorados en el recuerdo de mis padres… quienes a esas horas dormían mientras yo daba buena cuenta del cambio de los tiempos.

Y yo miraba el escaparate del Ciervo como de reojo, porque se había quedado anticuado y obsoleto en medio de la vorágine de un mundo nuevo. Era una especie de reliquia que moriría como una generación lacia que ya había consumido su tiempo… en zarandajas insulsas, sin trascendencia. Sin duda era la imagen perfecta de una nostalgia que no era mía.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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