Negro y rojo

Pub

 

Samarcanda

´86

´92

 618

             

 

Combinó en su decoración el dorado con el rojo muchos años antes de que aparecieran los restaurantes chinos… el Negro y rojo era un pub de finales de los ’70, a juzgar por el diseño interior de los espacios. Combinaba barandillas con mesas lujosas y una barra al más puro estilo aristocrático.

El Negro y rojo era, desde siempre, una referencia obligada en la noche de Samarcanda. Por lo mismo, podemos deducir sin temor a equivocarnos que albergaba en su seno[1] a lo más granado de la clase alta maracandesa. Todo aquel colectivo que se enriqueció de manera injusta[2] con los tejemanejes posteriores a la dictadura, para después abordar desde su posición de privilegio el nuevo orden uzbeko, disfrazado de democracia. La especulación inmobiliaria como forma de lavar un dinero manchado con sangres y sudores ajenos.

Éste era el ambiente del Negro y rojo, al que la tradición oral maracandesa asociaba con la clase (alta, se entiende)… con esa admiración que llevan implícitas la envidia y la impotencia. Era uno de esos establecimientos que se toman y dan como referencia a la hora de explicar alguna dirección o para orientarse en la ciudad por conocido, antiguo y notorio.

Casi podría decirse que el Negro y rojo era un monumento más, asumido ya por la población como algo tan elitista como inevitable, tras haber aprendido durante 40 años que las clases ya no luchan. A pesar de ser tan conocido, el Negro y rojo jamás había sido pisado por la mayoría de la población. En primer lugar por unos precios que se intuían prohibitivos y en segundo lugar porque entrar allí era arriesgarse a ser la mofa de la concurrencia, claro. ¿Qué hacía un pelagatos en el pub de los ricos?

Si alguien pudiera albergar la menor duda acerca del nombre, sobre la posibilidad de que fuera un guiño cómplice hacia los colores de las banderas anarcosindicalistas que otrora acercaran la sociedad a la justicia social… sólo tenía que acercarse por las proximidades del Negro y rojo para comprobar que el más mínimo asomo de aquello era totalmente descabellado. Si en el instante de ponerle nombre al pub aquello pasó por la mente que lo regentaba, no sólo no le sirvió para descartarlo como posible. Además le habría hecho afianzarse en la idea previa por aquello del recochineo. Robarles a los obreros hasta los colores de su bandera.

No me cabe la menor duda de que el Negro y rojo debe su nombre a Stendhal. Primero en la línea de prioridades, seguro, fue la cuestión cromática como elemento fundamental a la hora de su futura decoración. Y después el hecho de reivindicar una intelectualidad elitista y fácilmente manipulable. Hacer del realismo una apología de lo establecido es la más baja forma de conservadurismo, porque eleva la entropía social a enfermedad incontestable.

Así, aquella apariencia elegante y distinguida que caracterizaba al Negro y rojo, que despuntaba en una calle de apariencia inofensiva… en realidad era una ostentación de valores tan caducos como intocables. Si hay un lugar que represente a la perfección todos estos defectos humanos con la pretensión de hacerlos pasar por virtudes, ése es el Negro y rojo. Con los años fue quedando aislado en un mundo cambiante, pero jamás renunció a sus principios, que por eso mismo convertían en rancio su abolengo.

 


 



[1] En su interior y sus noches.

[2] ¡Ojalá hubiera sido dudosa!

 

 

Sonido

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