Alejandro Lucas

CAÍ

Tûrtkûl

´86

´98

173

             

  

Alejandro Lucas CAÍ era un tío campechano y cercano. Su carácter afable era la explicación más inmediata de que pudiera ser la pareja de Clotilde PACA, cuya mala leche era tan proverbial como su simpatía[1]. Lo cierto es que hacían la pareja casi perfecta por complementaria. El buen humor sumiso y despreocupado de Alejandro Lucas CAÍera un punto a favor de que el mundo fuera más amable, aunque sólo temporal y/o puntualmente.

En otras palabras, Alejandro Lucas CAÍ tenía el clásico carácter de Tûrtkûl. Perfil presto a la broma, inteligente, audaz, colaborador… francamente, un tipo con el que daba gusto hablar, bromear y alternar. Es cierto que estudiaba Psicología, pero en este sentido no se le notaba. ‘Carecía de’ o disimulaba muy bien esa característica propia de los psicólogos: parecer que están a un nivel ligeramente superior que el resto de los humanos[2].

Digamos que Alejandro Lucas CAÍ era una persona normal… por tanto en este sentido, sano: no contaminado con esa patología propia de su gremio[3]. No sé si Alejandro Lucas CAÍ ejerce actualmente como profesional de la Psicología. Después de que Alejandro Lucas CAÍ terminase la carrera volvimos a encontrarnos: así de caprichosa es la vida maracandesa. Supongo que se licenció en el ’90 o el ’91. Después, claro: a soportar esclavitudes disfrazadas de trabajos precarios para ir haciendo un currículum. Entrar en la rueda impresentable de un mercado laboral incapaz de reconocer la valía real de las personas y pagarlas según la misma. Un mercado más preocupado del beneficio fácil y la minusvaloración de las personas. Quizás un complejo de inferioridad de los empresarios y las instituciones, que recurren así al fácil argumento de la superioridad objetiva del dinero: como discurso-parapeto, penoso.

El caso es que Alejandro Lucas CAÍ estuvo unos años poniendo buena fe y ganas de hacer cosas que cambiaran el mundo a mejor. En esas estaba cuando apareció por La Tapadera aquel ’97. Su propuesta era organizar un taller de grabado, que era una de las múltiples actividades que allí realizábamos; elaborando una plancha con la que posteriormente imprimir láminas para un aniversario. Serían realizadas por sus alumnos, que tenían algún tipo de deficiencia[4].

Le ofrecí colaboración técnica y material prácticamente a precio de coste, pero ahí llegó el problema: no había presupuesto. Se trataba simplemente de aportar materiales, tiempo, esfuerzo y conocimiento a cambio de nada: mejor dicho, sólo de la satisfacción que nos produciría colaborar a que los alumnos se divirtieran y tuvieran su grabado como recuerdo de la experiencia.

Le dejé bien clara mi postura: si fuera por él o los alumnos, adelante. Pero yo no estaba dispuesto a que nuestro trabajo se tomara con esta ligereza, haciéndolo de menos como si no valiera para nada. Para mí, nada más gratificante que una experiencia de ese tipo, desde luego. Pero contribuir con ello a perpetuar prácticas de explotación laboral hacia el propio Alejandro Lucas CAÍ[5] estaba por encima del límite de mi tolerancia, así se lo dije. Insistió y me lo pidió como favor personal. Pero según mi punto de vista, el mejor favor personal que podía hacerle… era ayudarle a darse cuenta de la posición en la que se encontraba realmente: una persona que consiente en ser explotada. No sólo eso. También correa de transmisión para que se ejerza esa explotación sobre un colectivo indefenso. Me negaba a ser colaboracionista.

Alejandro Lucas CAÍ no lo veía así: para él sólo era la posibilidad de realizar un taller divertido y productivo. Como se ve, perspectivas incompatibles. Así quedó el asunto.

Un buen día, tras estas conversaciones, se marchó del local y no he vuelto a verle jamás. Imagino que seguirá trabajando en las galeras y negándose la evidencia de una esclavitud que a mí me pone negro.



[1] Algo ciertamente bipolar.

[2] Un poco, pero sin distanciarse: lo justo para reservarse el derecho de estudiarlos.

[3] Al tratarse de una patología del gremio de los psicólogos, podría llamarse “psicopatología”, ¿no?

[4] Física o psíquica: no lo recuerdo pero resulta indiferente.

[5] Sin hablar ya de sus alumnos.

 

 

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