Virginia 

Ref. Josema

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Virginia Ref. Josema de mayor quería ser pija. Se le notaba a distancia en las maneras y la pose, en la elección de la ropa y la forma de maquillarse. Para ir avanzando, por de pronto ya era pijina. Dicho sea sin carga peyorativa, allá cada cual con su vida. Monina sin llegar a guapa, con ínfulas y proyectos aunque un poco inconcretos. Era una especie de “voz de la conciencia” para Josema, quien siempre tuvo vocación de bala perdida.

Virginia Ref. Josema ejercía con rectitud. Como si en sus manos estuviera la verdad absoluta y tuviera que impartirla como un sacramento. No en vano era hija de un reputado árbitro de fútbol, así que con esto queda todo dicho. Por contagio, Virginia Ref. Josema había derivado hacia la personalidad de alguien que posee la VERDAD.

El carácter simpático y agradable de Virginia Ref. Josema, sumado a su presencia estéticamente confortable, hacían de ella una persona soportable. Una contertulia apropiada para las largas noches sin clientela en el Beatriz, donde trabajaba entonces Josema, año ’92.

Una vez le conté a Virginia Ref. Josema mis planes de entonces, para dedicarme a la fontanería. Haciendo un curso a distancia para trabajar como fontanero, abandonando el mundo de los funcionarios, así como el de la Filosofía. Se enfadó conmigo. Desde su punto de vista yo debía ejercer como filósofo, que para eso estaba titulado.

No me sorprendió aquella visión clasista del asunto, porque Virginia Ref. Josema estudiaba Derecho. Pero esa incomprensión hacia la vida como aventura me pareció un poco decepcionante. Algo así como una casa sin vistas, sin horizonte.

 

 

Sonido

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