Juan Andrés

 

Facha

 

´83

´85

390 

             

 

Acercarse a Juan Andrés Facha físicamente era como hacer un viaje en el tiempo. Su apariencia trasladaba mentalmente al siglo XIX, a pesar de que no llevara una ropa especialmente arcaica ni sus gestos fueran extremados o su vocabulario decimonónico. Pero su aura tenía esa especie de rancio abolengo que desprende la nobleza caduca. Contagiaba una atmósfera metafísica, nada tenía que ver con la materia.

Juan Andrés Facha era el típico estudiante de Derecho. Aplicado… Seguramente se licenció sin problemas (no lo sé, le perdí la pista) y estará trabajando en un bufete con su chalequito de punto. Se apuntó a los encierros y movilizaciones del ’85 en Derecho, pero su talante no dejaba lugar a dudas acerca de su conservadurismo. De ahí el mote.

Tras una noche de encierros en la Facultad, jugando a la lotería y haciendo asambleas, le sorprendí mientras hablaba con unos colegas de clase… pero no de cuestiones académicas, sino de atracciones sexuales. Entre nosotros también estaba Emilia RICA, a la que se refirió como “la del jopo” para identificarla. Aquella fue una buena radiografía. Pero no de Emilia RICA[1], sino del propio Juan Andrés Facha. A él le retrataba como alguien anclado en lo superficial. No podía pedirse de otra manera a alguien que, tal como confesaba todo su ser, vivía en el siglo XIX.




[1] Aunque ella efectivamente tuviera un jopo.

 

 

Sonido

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