Lara

Bellas Artes

Ghuzor

´96

´99

450

           

 

Lara Bellas Artes era una chica encantadora, pero no tenía cerebro. Al menos en el sentido más inmaterial del término. Capaz de quemar su habitación[1], de estudiar Bellas Artes o frecuentar bares por el interior de la barra. Cada una de estas actividades por sí misma no resulta sospechosa, pero cuando confluyen en la misma persona… hay que empezar a sacar conclusiones.

Conocí a Lara Bellas Artes través de Valentín Hermano. Aunque como él, resultaba de trato fácil… enseguida se constataba que Lara Bellas Artes era un armazón de cartón-piedra, sólo fachada. Tratar con ella resultaba grato porque era risueña, positiva y siempre dispuesta a exprimir la vida: vitalista. Pero era un trato que dejaba un poso de vacío. Recordatorio de lo inútil que resulta la existencia cuando sólo es una sucesión de hechos… cuando carece de sentido por no pertenecer a un proyecto. Más o menos claro, más o menos planificado, pero que lo redefine todo.

Si algo precisa la realidad: sin ninguna duda es ser redefinida, reinventada. Para quienes la vida sólo es un entorno en el que hay que encajar, una inmensidad en la que encontrar un hueco… la realidad resulta inamovible. Se da por definitiva con una resignación bovina y casi conformista. Sólo les queda la búsqueda del propio placer y el propio acomodo. Es la resignación insolidaria propiciada por un individualismo egoísta.

Lara Bellas Artes era divertida y simple, sin recovecos: naïf. Charlar con ella siempre resultaba gratificante, porque dejaba la impresión de que los problemas de uno carecían de importancia. Lara Bellas Artes era una versión superficial del “Don’t worry, be happy”. Como los pasatiempos, otorgaba la paz de no tener que pensar. En este sentido y por su eficiencia, resultó la camarera perfecta para el Idiota.

También participó en mi primera experiencia de mercado medieval. Durante el mismo, un día empezó a llover: desbandada general. Ausencia total de público y clientela. Algunos mercaderes, refugiados en uno de los puestos, improvisaron una sesión de percusión al aire libre, en la que participamos alegremente. En este contexto, bailando y riendo, Lara Bellas Artes confesó en voz alta su más profunda convicción, su credo. Dijo: “Yo quiero vivir siempre así”. Quizá porque era imposible.




[1] De Berlín salió viva de milagro. Como en la canción: “se quedó dormida y no apagó la vela”. Lo contaba riendo, con esa inconsciencia que otorga la falta de cerebro…

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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