Marisa

 

Tanatusias

Samarcanda

´84

´90

505

             

 

Lo segundo que llamaba la atención de la presencia de Marisa Tanatusias, una vez empezabas a conocerla de cerca, era la carcajada estentórea que llenaba con creces el sitio donde estuviera. Acto seguido hacía ademán de reprimirla, se acallaba a sí misma entre risitas traviesas. Pero le resultaba inevitable, tenía buen humor y vitalidad a raudales. Sonrisa diáfana, mirada brillante (incitadora a la vida), pelo ensortijado y piel tostada, ligeramente morena.

Pero lo primero que llamaba la atención de Marisa Tanatusias[1] era lo que entonces se denominaba su “pechonalidad”. Imagino que eso a la pobre le habría aportado infinidad de dolores de cabeza… habida cuenta de la cantidad de machos que se dejan arrastrar por ese reclamo, como si fuera un indicio, a la hora de dar la tabarra.

De cara Marisa Tanatusias no era fea, aunque tampoco guapa. Casi todo su rostro lo ocupaba su sonrisa… para mí era un elemento atractivo por lo vitalista que traslucía. Creo que estudiaba Historia en alguna de sus especialidades, pero combinaba la Facultad con trabajos más o menos llevaderos. Como ejemplo, Marisa Tanatusias estuvo trabajando durante una buena temporada como comercial de lo que entonces se llamaba “hilo musical”. Es decir, una sesión continua de música instrumental y ambiental que en los ’80 se utilizaba para ascensores, oficinas, consultas…

Así se ganaba y gastaba la vida Marisa Tanatusias. También entre copas y risas, más algún experimento literario. Porque Marisa Tanatusias tenía afición a escribir relatos durante sus ratos más inspirados. No lo hacía mal, pero le faltaba dedicación. Ella prefería emplear sus energías en las otras tareas ya enumeradas.

Algunas veces, por sorpresa, me enganchaba por la calle, en algún bar o durante cualquier otro encuentro imprevisto… Me empezaba a contar la técnica narrativa que estaba utilizando en el cuento que tenía entre manos. El argumento, los personajes… Aunque era interesante lo que contaba, su forma de hacerlo[2] conseguía ponerme la cabeza como un bombo.

Siempre acabábamos igual. Yo le decía que lo mejor era que me lo pasara para leerlo, en eso quedábamos y después –muchas veces– resultaba cierto… pero en otras ocasiones el cuento se perdía en el recuerdo, sin que yo hubiera llegado siquiera a leerlo… Porque en el siguiente encuentro, al preguntarle por él, Marisa Tanatusias contestaba: “No, ése ya lo he dejado, era muy malo. Ahora estoy con otro que blablablá…” No sé si caducaban entre sus manos, pero para mí tenían fecha de consumo preferente.

Yo había conocido a Marisa Tanatusias porque era hermana de Nacho Radiopita, un chaval del rollo de las ondas… con un sobresaliente coeficiente intelectual. Y condenado por la poliomielitis a llevar unas piernas inservibles durante toda su vida. Nacho Radiopita era casi lo opuesto a su hermana: en sexo, tamaño, risa e infinidad de cosas más. Marisa Tanatusias era exuberante y se quedó con el apodo del personaje de uno de sus cuentos. Al referirnos a ella cuando hablábamos Valentín Hermano y yo, para distinguirla de las infinitas Marisas que conocíamos, la denominábamos así: Marisa Tanatusias.

La casualidad quiso que la mañana del ’87 durante la cual yo me dirigía a tomar unas cañas con Marisa Tanatusias tras una noche de encierro en la Facultad de Filosofía durante las movilizaciones del ‘87… me encontrase en el suelo 60 €. Los empleé en cerveza y charla amistosa con Marisa Tanatusias y sus amig@s. Entre ell@s estaba Irene Ojosazules, con quien para mí la mañana se prolongó hasta la noche siguiente entre besos y achuchones… El dinero había sido un pasaporte hacia aquella luz. Unos ojos que iluminaron mi vida con el destello único de un día. Pero el otro pasaporte fue Marisa Tanatusias, sin duda.

Poco más podría contar de Marisa Tanatusias, salvo que se quedó con mis apuntes de Derecho Político II… aunque creo que eran para Nacho Radiopita, que a la sazón estudiaba Derecho.




[1] Incluso a distancia, sin necesidad de hablar con ella.

[2] Algo atropellada y siempre con prisa.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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