Martín

Tío 

Samarcanda

´64

´80

517

           

 

Probablemente Martín Tío era primo de mi madre, aunque siempre le llamé tío. Bajito, pelo ensortijado y sonriente. Como contradiciendo esa teoría universalmente conocida que atribuye a los cojos un carácter hosco y amargado. A mí siempre me pareció cariñoso y cercano, a pesar de su rostro macilento y algo ceniciento. Probablemente era un significado metafórico que se escondía tras el simbolismo de estar siempre a la sombra de su mujer, Nerea Ref. Martín Tío. Una mujer de cuerpo inmenso en peso y estatura, presta a embadurnarme de carmín con la excusa de los besos.

No podían tener hijos[1]. Esto les había llevado a concebir su vida como una especie de refugio, para evitar que les alcanzara el odio y el desprecio que la Humanidad tiene preparados para los seres diferentes. Pero tras ellos corría una conspiración cosmológica que escapaba a sus voluntades. Después de muchos esfuerzos y sacrificios, trabajos y desvelos de todo tipo… ya habían elegido un rincón sobre el planeta para disfrutar de su elegido aislamiento. Sólo ellos, en un lugar del mundo, para convertirlo en paraíso. Cuando todos los flecos legales de propiedad y títulos, cuando todos los flecos técnicos de materiales y construcciones estaban ya definitivamente encarrilados… aquel ínfimo enclave fue declarado idóneo para instalar un cementerio nuclear.

Todos sus sueños convertidos en pesadilla. Si ellos querían vender los terrenos y la humilde casita para irse a vivir a otra parte, a otro mundo, ¿cómo podrían encontrar comprador para semejante producto, indeseable ya para la Humanidad entera? Era un callejón sin salida que la resignación convertiría en conformismo con el paso del tiempo. Una encerrona de los intereses políticos y económicos, que nada saben de la felicidad de la gente… ni quieren.

Casi sin querer, ni pensar en el humor negro que destilaba aquella frase, se me ocurrió hace ya muchos años el amargo juego de palabras que resumía la condena irónica y cruel a la que les había conducido la realidad. Mis tíos, sin duda, iban a vivir “enterradillos”.




[1] Algo que yo, sin saber por qué, relacionaba con la cojera de Martín Tío y la obesidad de Nerea Ref. Martín Tío.

 

 

Sonido

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