MEJORO

 

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´94

             

 

La presencia de MEJORO en el cuerpo docente de la Facultad de Filosofía representaba una fisura. Ante los ojos de toda aquella pandilla de trajes adocenados que llenaban las cátedras, se trataba de una invasión. Empezando porque según el punto de vista de semejante caterva, MEJORO era casi una traición al espíritu de la filosofía. Claro: ellos la identificaban con la Metafísica, la Teología… al más puro estilo medieval y escolástico.

La presencia de la Lógica que traía MEJORO era casi como una invasión de las matemáticas modernas, una puñalada en la línea de flotación de su especulación. Simplemente un mecanismo que pretendía apropiarse del conjunto. Si a esto añadimos que para la perspectiva del grupúsculo inmóvil se había producido un desembarco de jovenzuelos melenudos en aquel Departamento de la Facultad… aquello ya clamaba al cielo.

Eso era lo que representaba MEJORO desde aquel punto de vista rancio. Pasaba a un segundo plano el hecho de que MEJORO tuviera un expediente académico excepcional, un cerebro privilegiado que le había permitido obtener la plaza… era considerado un intruso.

Pero a MEJORO eso le daba igual. Él sólo tenía la inquietud intelectual de la Lógica en todas sus vertientes: se le escapaba por los poros, los gestos y la comunicación plasmada en pizarras repletas de notaciones, fórmulas, demostraciones, axiomas…

Todo explotaba en el aula desde la punta de la tiza, llenando de metralla blanca una pizarra que acababa cada clase de Lógica complacidamente repleta. Para mí como espectador/alumno aquello era apabullante. Suerte que enseguida nos pusimos a trabajar en grupo, siguiendo las indicaciones de JR[1].

Con una facilidad pasmosa y muchas horas de trabajo, fui poco a poco integrando la Lógica en mis conocimientos como un mecanismo ideal para estructurar el pensamiento. MEJORO era el artífice de aquel milagro, que permitía dar forma inteligible a los pensamientos. Convertirlos en una especie de escultura, casi siempre en un discurso lingüístico que a uno le permitía hacerse entender por parte del resto de la Humanidad. MEJORO, aquel joven desaliñado, de gesto pasota y con apariencia de fumar porros a todas horas: era todo un guía por la senda del saber… Permitía traducir el pensamiento a discurso.

En la puerta del despacho de MEJORO, como homenaje a Cela, decía: “Oficio de tinieblas #5”. Al hacer visitas para aclarar dudas o consultar cualquier extremo, ahí estaba el mensaje tan hermético como guiño al arte. A pesar de todo lo elitista que parecía a primera vista el mundo de la Lógica, MEJORO se me presentaba humano, cercano. Aunque hermético, accesible.

Quizás sólo así pueda comprenderse, como ejemplo, la relación a caballo entre el respeto y la heterodoxia que hacía explotar mis neuronas con aquel tema deslizándose entre sus axones; el ejemplo que me sugería el T14[2] para refutarlo era unos calzoncillos puestos doblemente del revés… lo de dentro por fuera y lo de la parte delantera, atrás: resultaba evidente que el T14 no se cumplía, hacía aguas.

Durante la mítica jornada del 5 al 6 de diciembre del ’85[3] MEJORO participó en la peregrinación de mi cumpleaños, tras haber salido la comitiva de la Facultad de Filosofía y continuar durante varias horas tomando vinos y charlando animadamente en grupo. Ya en casa de JR, degustando un tentempié que nos permitiera continuar la fiesta… MEJORO desfallecido se tumbó en una cama, borracho. Yo junto a la cama preguntándole a MEJORO si quería que llamara a su mujer para decirle que no iba a comer… desde mi borrachera y como forma inconsistente de admiración hacia MEJORO, deseando conocerla aunque sólo fuera para besar su voz, o follar con su voz… Intuyendo quizá la que sería su futura separación años más tarde. Pero desde una posición humilde, admirando así al genio de la Lógica que era MEJORO. Él, desde la ausencia y la inconsciencia del alcohol, diciéndome: “–Pasa…”

Al rato, tras las croquetas y los vasos de leche para combatir la invasión del alcohol en nuestra sangre, MEJORO tumbado en la cama. Junto a él, coquetona, una pota pequeñita: parecía una “consequentia miriabilis”. No podía ser otra cosa.

Aquel curso terminó, también el siguiente… La Lógica pasó a formar parte, estar integrada en mi pensamiento y mi discurso… como era el objetivo del plan de estudios, de mi formación. Para mi memoria la Lógica quedó asociada a infinitas y distintas sensaciones, tan difíciles como agradables.

Por eso un día que vi de lejos a MEJORO en el Ucronía con una alumna guapetona tomándose un par de cervezas… les invité desde el anonimato, sin saludarle siquiera. Era una extraña forma de hacerle justicia a alguien con toda certeza incomprendido desde la UdeS… probablemente también en muchas otras facetas de la vida. Poseer el don de la Lógica no garantiza tener enfrente a alguien capaz de comprenderla.

¿Qué más podría decir? En el fondo estas Malas memorias sólo son un pequeño ejercicio práctico de aquellas sabias teorías que en su día me regalara MEJORO.




[1] La presencia de aquel licenciado en Exactas en nuestra promoción para mí fue una bendición proverbial: en términos lógicos, la salvación.

[2] Ése que dice que la negación de una negación de cualquier cosa es igual a su afirmación, es decir: NO NO A = A

[3] Véase 279

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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