Francisca
ALMA     ´92  804
             

 

Se notaba que Francisca ALMA era maestra de Primaria porque actuaba siempre con espontaneidad, como si en el mundo no hubiera malicia y todo el personal del C.D.M. de Kagan fuera como ella: inocente y cándida, infantil en el sentido más puro de la palabra, dejando de lado el asunto del egoísmo en los niños.

Dicho de otra manera: no creo que Francisca ALMA hubiera podido ser otra cosa en la vida, empezando por que con su estatura nadie la habría tomado en serio como… no sé: mafiosa o banquera, por ejemplo. Yo me adaptaba a su nivel sin mayor dificultad, total no me suponía mayor esfuerzo y así ella pasaba por las distintas salas del C.D.M. con gesto alegre y dicharachero.

Porque Francisca ALMA era pizpireta, no le preocupaba aquello que los demás pudieran opinar; una buena forma de autodefensa cuando el mundo está plagado de lobos (es decir, siempre) y una lleva indeleble la cara de oveja.

En general Francisca ALMA resultaba agradable como compañera de trabajo, pero a mí me daba la impresión de que ella vivía en otro nivel de la realidad: no mejor ni peor, sino diferente al mío. Las bromas estaban a la orden del día; cualquier excusa era buena para darle rienda suelta al buen rollo, aunque por allí circulara algún elemento que enarbolaba la mala baba militante. No conseguían superar el umbral de percepción.

Por todo eso entre Francisca ALMA y yo había un buen feeling, pero nada más. Puede que ella lo interpretara de otra manera o diera a entender otra cosa con su carácter, porque Dolores BABÁ (casualmente ambas eran del mismo pueblo, cerca de Kagan) alguna vez llegó a insinuarme ciertas puyas con los celos como base… para mi sorpresa, porque a mí jamás me despertó ningún tipo de apetito sexual aquella chica llamada Francisca ALMA. No porque fuera “chiquinina, fea y medio negra”, como solía decir Dolores BABÁ cuando se refería a ella en nuestras confidencias íntimas… que lo era, ciertamente.

A mí más bien Francisca ALMA me resultaba lejana e inapetecible por aquella manera de ser entre naïf y pocasustancia, pero no dejaba de ser curioso cómo algunos resortes del mecanismo femenino saltan con semejantes motivos.

En fin, aquello no me afectaba en lo más mínimo, claro: ocurría en otro plano de la realidad ajeno… en el que estaba mi cuerpo, sí… pero yo no me encontraba allí. Francisca ALMA seguía riéndose con mis humoradas y yo provocando sus reacciones: una forma de diversión compartida.

Como aquella vez que le mecanografié un trabajo en la Secretaría del C.D.M. y ella, con un post-it anotó: “Ha quedado muy chulo”. Aprovechando el post-it, lo coloqué como complemento a un dibujo de Quino con el que decoré mi mesa de trabajo. En él se veía a la estatua de la libertad hecha de madera; de su interior salía el ejército de los USA para invadir un país centroamericano. Una crítica al imperialismo en clave Caballo de Troya. Cuando Francisca ALMA vio que su nota había servido para atribuirle a ella una crítica de arte que jamás había realizado deliberadamente, se moría de la risa… yo me había limitado a pintar la fotocopia con colores de cera. El asunto, sin duda, llevó a su pequeño cerebro hasta los límites de su rendimiento.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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