José

SAPO

Portugal

´93

´94

 837

           

 

Si como decían los empiristas la causalidad no es más que un juego de rebotes análogo a la evolución de las bolas sobre una mesa de billar, aquello fue una carambola de campeonato. Porque yo conocía a José SAPO de vista y por referencias de verle en el patio de mi colegio infantil, en los Franciscanos de Samarcanda. Me superaba en edad ligeramente, era igual de mayor que Valentín Hermano y por tanto compartían clase.

De ahí venían todos los problemas, porque el tal José SAPO hacía pandilla con otro cortado por el mismo rasero: un tal Cencerro. Según parecía habían recalado en Samarcanda huyendo de la quema democrática de finales de los ’70 en Portugal, pues los padres de ambos habían sido militares de alguna colonia lusa en la que ejercían como torturadores de la dictadura: puede que fuera Mozambique, pero mentiría si lo asegurase. Más que nada porque mis noticias eran sesgadas, al proceder de Valentín Hermano y sus peleas a muerte con aquella gente.

Lo cierto es que durante casi 20 años yo no había vuelto a saber nada de José SAPO, pero me lo encontré en Zarafshon aquel ’95: ni más ni menos que era la persona responsable de mi Prestación en la HINCA. Teniendo en cuenta que llegué allí tras pedir el traslado debido a que era el sitio en el que a la sazón trabajaba Dolores BABÁ… pues la carambola era buena, pero más meritoria porque en la HINCA de Samarcanda empecé a realizar la Prestación como deferencia por su parte, porque con anterioridad y desinteresadamente yo había impartido de forma gratuita clases de Antropología y Sociología para formar “monitores de campamento”… pues me lo pidió previamente Claudia Ref. Paco Huevo Duro como favor personal.

Aquello ya era rizar el rizo, pero me encontré con el percal sin previa advertencia y en condiciones de inferioridad como para reivindicar batallitas ajenas… así que no me di a conocer como hermano de Valentín Hermano; jamás se lo comenté a José SAPO. Además aquel tipo me parecía normal, no la bestia que me había pintado Valentín Hermano en sus narraciones.

Durante los meses que duró mi relación con José SAPO en Zarafshon todo fue de lo más cordial, incluso nos invitó a Dolores BABÁ y a mí a cenar una noche en su casa, con él y su mujer. Aparte de un cierto aire de superioridad, como corresponde a un jefe condescendiente que le abre las puertas a un subalterno inferior, no me llamó especialmente la atención nada importante durante aquella velada: una cena fría e informal de lo más agradable. El ambiente me pareció un poco pijo, la verdad… pero no tenía criterio suficiente para llegar a la conclusión de que estuviera en lo cierto, tratándose de un tarado de la vida como era yo.

José SAPO tenía una posición social respetable, casado con una chica a la que no recuerdo, pero me pareció agradable… y era lo suficientemente amable como para acercarse a mí, que no dejaba de ser un pelagatos. Lo pensé muchas veces: si se me hubiera ocurrido entrar en aquel entorno con intenciones de venganza putativa, para hacer una justicia que no me correspondía… no sólo la habría cagado, perjudicándome. Además el resultado habría sido una guerra a todas luces injusta.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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