Nuria

Fortaleza

Qûqon

´95

´96

904

             

 

Aunque tenía una cara agradable y por lo general gesto simpático, Nuria Fortaleza permanecía casi siempre en silencio: no podía saberse si lo guardaba por respeto o afán de aprendizaje… o al contrario, disfrazaba así el vacío de su cabeza. En todo caso no se trataba de ausencia despectiva, eso seguro; por muy bien que hubiera querido disimularlo, ante los estímulos que le planteamos Pablo ÁLGIDO y yo durante aquel curso, no creo que Nuria Fortaleza hubiese podido aguantarse las ganas de soltar un improperio si hubiera sido el caso: estábamos los tres en el mismo Departamento docente.

Como buena licenciada en Bellas Artes, Nuria Fortaleza observaba todo cuanto tenía a su alrededor, aunque ya digo que la mayoría de las veces se limitaba a eso; impartía sus clases, funcionaba como docente del Instituto Fortaleza y más tarde se marchaba, sin implicarse en demasía en aquel proyecto de “la vaca, la beca, la boca… ¡y la bicoca!” que planificábamos y desarrollábamos desde el Departamento de Plástica del Instituto Fortaleza durante el curso ’95-’96 , sin duda llegamos a formar un buen equipo. Tampoco ponía palos en las ruedas, objeciones, ni se dedicaba a torpedear o dinamitar lo que íbamos haciendo nosotros dos (los tres y sólo los tres formábamos el Departamento), así que podría decirse que Nuria Fortaleza colaboraba por omisión.

A nosotros no nos incomodaba: respetábamos su postura e incluso la comprendíamos. El hecho de que Nuria Fortaleza estuviera embarazada disculpaba ante nuestros comprensivos y tolerantes ojos cualquier postura que pudiera adoptar Nuria Fortaleza. Además es que estaba MUY embarazada, lo que significaba que por su propia condición física le resultaba prácticamente imposible colaborar en alguna de las actividades propuestas.

Muy colaboradora y dispuesta, se dejaba llevar por el entusiasmo de un Departamento[1] que durante aquel año elaboró/amos todo un conjunto de actividades capaces de dejar patidifuso al más inmovilista. La impresión que daban sus miradas cómplices era que si la hubiéramos pillado en otra época de su vida, probablemente habría aportado ideas y trabajo sin miramientos: pero habíamos llegado en mal momento para que este tipo de jerigonzas pudieran encajar en sus actividades. Alguna sonrisilla que se le escapaba de vez en cuando así lo indicaba; éstas circulaban por la sala del Departamento de Plástica como pueda hacerlo una mariposa multicolor en medio de un proceso electoral o un funeral: cuando todo el mundo se encuentra con la cabeza en otro sitio.

En cualquier caso, como espectadora privilegiada de todos aquellos tejemanejes que nos traíamos entre manos, debía de disfrutar horrores. A veces, como a Nuria Fortaleza, a mí me ha ocurrido estar en el lugar adecuado pero en un momento que no resulta propicio; la sensación agridulce tiene el inconveniente de ser algo que se escapa, irrepetible, oportunidad perdida por un error de los guionistas del Universo. Más bien creo que Nuria Fortaleza disfrutaba del asunto en la medida de sus posibilidades, aunque fueran pocas. No tenía mucha iniciativa[2], pero secundaba las nuestras animadísima.

También pudiera ser que me equivoque y simplemente se tratase de una imposibilidad permanente en su talante, debida a la ausencia de imaginación, la desidia o la abulia: alguno de estos tres motivos, aunque no lo parezca, frecuentemente resulta ser la causa por la que l@s estudiantes o los licenciad@s en Bellas Artes no llegan a materializar la genialidad inherente que se les supone (como a los militares la valentía), dando lugar la mayoría de las veces a alguna variante del suicidio, casi siempre disfrazado de normalidad vital.


 



[1] El nuestro, liderado por Pablo ÁLGIDO.

[2] Su condición de embarazada quizás la condicionara en este sentido.

 

 

Sonido

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