Sierra

Ref. Minerva GOMA

Samarcanda

´97

962

           

 

Principal y único mérito: ser la pareja de Minerva GOMA. Primero, novio de toda la vida; más tarde, marido. Yo me preguntaba con frecuencia cómo sería aquel tipo emparejado con la fragilidad encarnada que era ella: esto antes de conocerle, claro… porque después lo que me preguntaba era de qué manera encajaban, dado que aparentemente nada tenían que ver ambos. No es que fueran opuestos, que en ese caso sí que hay muchas teorías al respecto, es que pertenecían a universos sin aparente conexión. Sierra Ref. Minerva GOMA era un tipo despreocupado, vitalista y con buen humor; un@ de es@s perfiles tan nítidos como carentes de un trasfondo.

Años después de que Minerva GOMA ocupara mis desvelos y me hiciese interesarme por todo lo que a ella se refiriera, conocí a Sierra Ref. Minerva GOMA. Incluso quedamos alguna vez para tomar unas cañas y charlar, amigablemente: los tres juntos, eso sí, porque si a mí algo me acercaba a Sierra Ref. Minerva GOMA, si teníamos algo en común, era simplemente que compartíamos la adoración hacia Minerva GOMA.

Así, poco a poco, fui enterándome de que se habían conocido muchos años atrás, cuando adolescentes… y se habían enamorado perdidamente y de por vida. Compartieron aquellos años de descubrimiento del mundo codo con codo, entre porros y sexo: de manera que cuando crecieron, a pesar de que sus caminos se habían separado, ellos siguieron juntos. Dicho de otra manera, les gustaba y se habían acostumbrado, así que la inercia hacía el resto.

Aunque yo alguna vez había hecho maniobras de acercamiento a Minerva GOMA, ella jamás había pasado conmigo de compartir excursiones nocturnas entre neblinas de bourbon, con algún beso salpicado que se perdió entre la confusión etílica: también la acompañé alguna vez a pillar costo, hablamos de filosofía… en fin, nada que tuviera solución de continuidad.

En cambio ellos dos, en feliz pareja, iban visitando los países más insospechados, gracias a la condición de Sierra Ref. Minerva GOMA quien era algo así como secretario de embajada y sus variopintos destinos incluyeron Haití y Marruecos entre otros. Creo recordar que Sierra Ref. Minerva GOMA había estudiado Derecho o al menos tenía los conocimientos en la disciplina que le permitían desarrollar su tarea en las embajadas, gracias a unas oposiciones o algún tipo de enchufe: esto último no lo supe nunca, entre otras cosas porque no me importaba averiguarlo. Me resultaba mucho más curioso saber cómo aquel tipo normal y simple (en el buen sentido de la palabra) podía ser capaz de mantener a su lado a Minerva GOMA, en aquella época encarnación de mis ideales femeninos. No sé… de alguna manera yo pensaba que si descubría su secreto, el mundo de las mujeres me resultaría más accesible sin abandonar la condición misteriosa que llevaba inherente: conservando el halo.

Durante una de las visitas de Sierra Ref. Minerva GOMA a Samarcanda quedamos para charlar y tomar unos vinos amigablemente. Entre vapores de ribeiro estuvimos hablando de literatura, inspirados por aquella euforia imparable que nos regalaba una soleada mañana; les conté lo que me gustaba a mí en aquel momento: casualmente me hallaba sumergido en El coño de Irene (de Louis Aragon, el surrealista). Charlamos largo rato animadamente, intercambiando sugerentes impresiones entre los tres.

Desconozco si Sierra Ref. Minerva GOMA sospechaba en mí unas intenciones que no había, que no existían ni de lejos; en todo caso jamás llegué a saberlo, porque tras aquel día jamás he vuelto a saber nada de ninguno de los dos.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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