Paqui

SOTA

 

Kagan

´82

´84

937

             

 

En el imaginario de Rai ÁGIL aquel ’84 seguramente se proyectaba un futuro en el que él y yo éramos amigos de toda la vida; nos veríamos con frecuencia y charlaríamos de forma alegre, junto a nuestras respectivas esposas. La suya sería Paqui SOTA y la mía Romina BUSCA, por eso ya íbamos entonces en doble pareja. Esta proyección de futuro se vio truncada por mi culpa o por mi causa, como se quiera decir: al año siguiente, yo desaparecí de aquel panorama… entre otras cosas por no haber sabido gestionar provechosamente mi relación con Romina BUSCA, pero también porque ante mí se abrió el abismo de una vida nueva que fui a abrazar sin cortapisas ni lastres.

Allí, en Kagan, abandoné a Rai ÁGIL con su pareja correspondiente, que era Paqui SOTA: una chica muy resuelta y con mucho carácter, algo que venía a ser el complemento ideal de Rai ÁGIL por varios motivos. En primer lugar porque suponía la compensación que se predica deseable en cualquier pareja, puesto que Rai ÁGIL era más bien apocado y de carácter manejable; no diré un calzonazos, porque no era el caso, pero sí alguien tan razonable y comprensivo que era fácil de convencer.

Rai ÁGIL necesitaba, por así decirlo, un carácter fuerte que le ayudara en el día a día para ir solucionando unas minucias que probablemente se le habrían convertido en algo insalvable sin ella. Y ésta era Paqui SOTA, cuyos gestos secos y reacciones drásticas dejaban entrever a alguien precisamente así: de ideas claras y decididas, aunque no siempre fueran acertadas. De hecho, por la experiencia que yo tenía de las tardes de diversión y paseo en pandilla, jugando al continental en el Aries, Paqui SOTA resultaba esa típica persona cuya forma de actuar resulta chocante para sus acompañantes por lo drástica y en ocasiones desmesurada, pero a la que se le quita importancia porque si se le otorgara… acabaría deviniendo conflicto.

Así, casi siempre, situaciones que acababan en risa y a Paqui SOTA, de rebote y casi inconscientemente, le suponían un refuerzo positivo qua antes o después harían que se repitieran. Paqui SOTA acabó asumiendo ese papel como suyo y se reconocía como dominante en términos de sumisión clásica. No sé por qué, pero a mí me recordaba a mi tía, quien ejercía el mismo papel con respecto a Lucas Tío: éste era un sumiso absoluto por las circunstancias de la vida, que (más o menos voluntariamente) le habían llevado a ser un impedido, como se decía entonces.

Lo cierto es que Paqui SOTA se complacía en su papel: esto se notaba por sus reacciones espontáneas ante cualquier minucia, pero también por su forma de aceptar dichas reacciones, asumiéndolas como suyas y reconociéndose en ellas. Imagino que Rai ÁGIL y ella acabaron casados, como no podía ser de otra manera por encajar tan bien uno con el perfil del otro; es que Paqui SOTA en cierto sentido también era una revisión actualizada del carácter que la madre del propio Rai ÁGIL ejercía sobre él desde siempre a la vista de todo el mundo, yo incluido. Es más que probable que en todo el horizonte de la vida adulta de Rai ÁGIL, Paqui SOTA encajara a la perfección… como todo, excepto mi ausencia: algo que en cierto sentido era una traición (involuntaria) a sus expectativas.

 

 

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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