Chema
GANGOSO     ´93 ´96 748
             

 

Su sonrisa amable de dientes algo torcidos, los ojillos azules y vivarachos, el gesto amistoso tras el afeitado siempre pulcro… en esencia Chema GANGOSO era un tío correcto, nada podía reprochársele que no fuera un exceso de pulcritud; en caso de que esto sea reprochable o de que pueda ser excesivo. Hablar con él resultaba fácil… tras un primer momento parecía excesivamente fácil.

Pero quedaba la sospecha de que fuera una mera táctica de Chema GANGOSO para llevarse bien con todo el mundo, algo puramente diplomático. Por eso lo inmediato que a uno se le ocurría (o al menos a mí me pasó) era someterle a una especie de test encubierto con el que poder averiguar qué había realmente tras esa fachada amable; lo que se suele decir “tantearle” para ver de qué palo iba, dónde se situaba en el hipotético pero inevitable baremo de uso de la inteligencia y qué cantidad de ella poseía. Para esto mis tácticas han sido variopintas a lo largo de mi vida, digamos que se trata de un test tan personalizado como improvisado o asistemático, puesto en práctica infinidad de veces con resultados casi siempre decepcionantes… de ahí el poso misántropo que suele anidar en cualquiera de mis relaciones humanas; de hecho, en casi todas.

Y Chema GANGOSO no era una excepción: a la primera de cambio se veía que lo limitado de sus luces era tan apabullante como su bonhomía. Digamos que era divertido charlar con él un rato por las anécdotas con que solía trufar la conversación o el buen humor con el que abordaba la existencia en general.

Enseguida se mostraba perteneciente al universo de la Pedagogía: esa manera pueril de tratar a los demás, que nunca se sabe si es una adaptación de su personalidad al interlocutor (a quien por definición considera un infante) o su manera de ser real, incapaz de sustraerse o abandonar la edad mental de los pañales como aprendizaje.

En todo caso eso no tenía mayor importancia, porque enseguida lo mejor era obviarlo y dedicarse a otra cosa: algo común y compartido. En el caso de Chema GANGOSO la solución era la tecnología, puesto que sus conocimientos y dedicación sobre el mundillo de las mesas de edición en VHS era notable. De hecho, su imprescindible colaboración hizo que el vídeo de la presentación de mi Tesina llegara a estar terminado con éxito… aunque también colaboró en otros proyectos que jamás llegaron a ver el final, para la eternidad inconclusos.

Pero Chema GANGOSO siempre se apuntaba, sin desfallecer, a los descabellados planes de ese formato que habitaban las cabezas de Valentín Hermano y un servidor. Cortometrajes, cuentos en formato visual… los duendes interiores habitantes de nuestros cráneos encontraban en Chema GANGOSO respuesta positiva, casi incombustible como buen pedagogo.

La mayor parte de las veces resultaban proyectos frustrados por falta de medios que encontraban en Chema GANGOSO una sesuda reflexión (aunque a un nivel propio del ámbito de la pedagogía: es decir, prácticamente plana) acerca del “creador” como concepto que él idolatraba. Hablaba del creador como si fuera un dios trasladado al mundo del arte, sin querer comprender ni asumir la responsabilidad de compartir labores creativas en cada uno de nuestros proyectos.

Para Chema GANGOSO todo era humo: como el que escapaba de los cigarrillos rubios que fumaba con una cerveza en la mano mientras escuchaba infinitamente jazz en el Gusano, templo de sus liturgias al tiempo que de su rostro escapaba una sonrisa, fácil y frágil como el humo.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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