Gironde

Bar

 

Kagan

´83

´85

445

             

 

Recalábamos por el Gironde como por casualidad, casi de paso. Era uno de los lugares utilizados por la pandilla saharaui de Rai ÁGIL, a partir del que empezar cualquier tarde. Una herramienta con la que construir un tiempo de ocio agradable o amistoso. Desde la que trenzar un tiempo de risas y camaradería que bien podría terminar en otra cosa más seria con los elementos femeninos de la pandilla.

No era más que un bareto pequeño y amarillo, algo cutre, cercano a la oficina de Correos y a casa de Romina BUSCA… Pero cuando coincidíamos unos cuantos de la pandilla en el Gironde, había buen rato garantizado. Una especie de revulsivo inmaterial nos hacía afinar la ironía. Estrujábamos el cerebro para hacer durar la velada, no sé cómo, quizá la cerveza ayudara…

Una tarde, por ejemplo, sentados ante una mesa, estuvimos Chispa y yo charlando en tono de amiguetes. Poco a poco se fue convirtiendo en un reto: respectivo y recíproco… Alrededor se empezaron a fijar en nosotros, casi como arengándonos a ir subiendo el listón de las ocurrencias. Fuimos haciéndolo poco a poco, entre ingenios, retroalimentados ambos.

Una de esas conversaciones que, si las ves sobre un escenario, parecen un espectáculo de lo más digno. El episodio completo duraría más de veinte minutos, mientras las risas de Chispa iban en aumento. Parecía que las palabras sólo eran obra suya… él me retaba al ingenio mientras yo continuaba in crescendo. Sentados ante la mesa como en un pulso o un duelo. Nos arropaba un grupo ya numeroso: casi toda nuestra pandilla… Por desgracia mayormente su parte masculina. Se deshacían en arengas y retos, ocurrencias improvisadas que permitían ir subiendo el nivel, más que el tono.

El ambiente empezó a estar amenazado, pues todo podía ser interpretado como un verdadero pulso entre Chispa y yo. Cuando me percaté de aquello, busqué enseguida la forma de reconducir la conversación hacia un final neutro… Con la excusa de tener que marcharnos hacia otros paisajes, de buscar a otras personas.

Finalmente un término pacífico y amable puso la guinda al inolvidable momento. La pandilla al completo marchó (marchamos) y allí se quedó el Gironde, como un hito en la memoria de los asistentes. Por su parte tomando buena nota de que aquél sin duda fue uno de sus mejores momentos.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
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