Marcial

CAFÉ

 

Samarcanda

´74

´86

496

             

 

Marcial CAFÉ era un chaval tímido y torpe, pero simpático. Justo lo contrario de lo que le habría gustado a un militar profesional como su padre. Además de ser hijo único, su núcleo familiar lo completaba una madre tan fea y cariñosa como sumisa. Ya puede verse que el panorama era un campo abonado para algún tipo de dolencia emotiva, como efectivamente le ocurrió a Marcial CAFÉ. Sólo que la sublimó, en lugar de dejarse atrapar por ella. Su táctica fue sencilla. Tan impecable como inconsciente.

Cuando pasó de los Franciscanos a la UdeS eligió Derecho, algo que con la multitud le garantizaba el anonimato. Sí que sus manos seguirían sudorosas en los exámenes, pero nadie lo notaría.

Una vez licenciado, Marcial CAFÉ sembró el silencio absoluto en su casa, pues decidió opositar a notarías. Ya se sabe: recluido como en un monasterio, sacrificio de un montón de horas al día. Renunciar a la juventud en aras del futuro, como inversión. Aceptar el precio de sacrificar la mejor parte de la vida con el incierto devenir como enemigo.

Pero a Marcial CAFÉ eso no le supuso mayor sacrificio, pues la vida social nunca le había atraído. Más bien debió de agradecerlo, porque le garantizaba un aislamiento que de otra manera a buen seguro habría hecho de su cabeza una bomba de relojería. Es de todos conocida la falta de vida que tiene una persona con semejante perfil, opositor. Olvidado del mundanal ruido[1], en una burbuja de horas que devora vacaciones y fines de semana. Así vivía Marcial CAFÉ, sin que semejante horizonte fuera garantía alguna de nada.

En el mejor de los casos, de ser en el futuro un firmante fehaciente. Un engranaje más en la maquinaria de las instituciones y el sistema económico. Perpetuando injusticias a fuerza de un inmovilismo rentable para él. Si se quiere decir así: lo contrario de la Ética.

En el peor de los casos, una y otra vez estrellándose contra un mundo que se blindaba para mantenerle fuera. Una víctima del sistema, que él mismo perpetuaba con su o-posición. Si se quiere decir así: lo contrario de la vida.

De hecho ocurrió de esta última manera: una y otra vez Marcial CAFÉ se presentó a esas míticas oposiciones… Una y otra vez las suspendió. ¿Cuántas oportunidades aguantaría? No lo sé, probablemente ni él mismo lo sabía.

Finalmente se diluyó en convocatorias sucesivas hasta asumir su derrota, reciclándose. Ahora se le puede encontrar en Internet, ofrece divorcios express por 120 €. Perdió la vida en el intento: pero una vida que nunca había llegado a tener.

Sólo fue el espejismo de un ostracismo, de su misantropía con disfraz de ambición.



[1] Así suele denominar a la Antropología práctica alguien así.

 

 

Sonido

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