Vamos azul

 Pub

 

Sirdaryo

´89

´90

189

             

 

Lo de aquella noche sin duda fue una road-movie en toda regla. Carambolas al más puro estilo del billar o quizá la casualidad dieron con mis huesos en Sirdaryo, cautivado por una doncella ideal(izada) en el fragor de la noche inconsciente: Bego Sirdaryo.

Tras unos lances que no recuerdo[1] de repente me vi en medio del Vamos azul, un pub en el que nunca había estado y al que jamás regresé. En mi cabeza una sensación dual:

1)       De un lado encontrarme en el centro de un universo ajeno, en el que me notaba descolocado, apocalíptico. Como si no hubiera un mañana. Ya resultaba indiferente cómo había llegado hasta allí o cuál era el motor de mis sentidos[2]. Era la sensación de todo acabándose, como un crepúsculo nunca antes contemplado: “¿será así la muerte?” debería haber pensado.

2)       De otro lado, pero simultáneamente, sentía que la escena me resultaba familiar, hasta conocida. Como si la hubiese revivido tantas veces que ya la tuviera aprendida.

Junto a mí un par de extraños que a pesar de serlo me resultaban lejanamente conocidos, como de otra vida… o de esa misma pero con algún ensayo anterior ¡qué sé yo! Charlaban conmigo como si lleváramos en el Vamos azul una eternidad, atrapados por algún conjuro del tiempo y el roce cósmico nos hubiese convertido en amigos.

Se compadecían sinceramente de mi situación, como si conocieran a Bego Sirdaryo y hubiesen estado alguna vez en la misma tesitura que yo en ese momento… pero ella había desaparecido, probablemente buscando a alguno de sus habituales pretendidos. Eso para mí ya era lo de menos… Yo tenía una copa en la mano (probablemente un gin-tonic) y esperaba, sin terminar de creerme lo que yo mismo estaba haciendo… o lo que me estaba pasando, porque parecía una versión del eterno retorno.

El Vamos azul me arropaba como habría podido hacerlo La isla de los muertos de Rachmaninov. No sé cuál era la atmósfera de aquella noche ni su significado cosmológico. Me sentía atrapado en algo que no me resultaba tan ajeno. Algo así como mi propia conciencia pero fuera de mi voluntad, como si ésta tuviera vida independiente, como si fuera caprichosa y ajena. A todas luces y tinieblas, un paisaje etílico avivado por el fantasma de Bego Sirdaryo.

Habíamos llegado los dos juntos al Vamos azul en un taxi que compartimos, pero… ¿de dónde veníamos? Lo ignoro. Y lo que es peor: ¿cómo conseguí escapar aquella noche del Vamos azul? ¿Cómo logré contactar nuevamente con mi grupo de referencia? La falta de respuestas ciertas me hace sospechar que se trató sólo de un sueño. Pero algo no encaja en una interpretación tan simple. Días después de finalizada toda aquella aventura, mis compañeros de viaje[3] algunas veces la comentaban como algo natural. Una noche loca de copas en Sirdaryo, yendo desde Samarcanda. Sin duda, una road-movie.

Quizás al traspasar la puerta del Vamos azul accedí a una dimensión ajena a la realidad humana cotidiana y por eso mismo soy incapaz de comprenderla en toda su amplitud, en su verdadera y auténtica profundidad.

Probablemente nunca llegaré a saberlo con certeza, pero ¿qué más da eso? Ni siquiera los estornudos me traen de vuelta a una realidad que sin duda provoca mi alergia. El Vamos azul me atrapó en una dimensión imposible aquella noche. Aún no sé cómo conseguí zafarme de ella.

Pero hay otra verdad si cabe más cierta. Fue la última vez que vi a Bego Sirdaryo. Poco después murió, quizás aquella misma noche. Al parecer, aplastada por una realidad tan imposible como tentadora. ¿Acaso era yo un emisario del futuro, que llegaba para salvar a Bego Sirdayo de su Destino? Quizá una variante de Matrix me llevó hasta allí aquella noche, incluso puede que después haya sido sometido a alguna operación (fallida) para borrar la misión de mi memoria.

Sin embargo, entre el color ambarino oscuro, casi dorado envejecido del Vamos azul y sus luces anaranjadas, sigo bebiendo gin-tonic y charlando animadamente con aquellos dos desconocidos.

Lo hago cada vez que recuerdo la incierta niebla que habitaba esa noche el interior del Vamos azul. Lo hago cada vez que brindo con ellos en el recuerdo.




[1] Quiero pensar que es mejor así.

[2] Lo único que existía en ese momento: el motor y los sentidos.

[3] Conrado RASPA, Seco Moco y alguien más…

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta