Argimiro |
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La risa de Argimiro Filosofía resonaba diáfana en los pasillos… pero el espacio se empeñaba en devolver un sonido empañado por el desencanto.
Para Argimiro Filosofía esto no significaba resignación de ningún tipo, más bien era un aliciente para reír aún más, subrayando la carcajada… hasta reir incluso del eco desencantado de una realidad cenicienta.
Quizá por eso solíamos hablar del futuro. Por eso y porque habían pasado años desde que yo me había licenciado y seguía sin trabajar en lo mío. Argimiro Filosofía me miraba un poco compadecido y otro poco temeroso de que a él pudiera llegar a ocurrirle lo mismo… yo le quitaba esos miedos haciéndole comprender que lo mío sólo era para mí. Que no hay dos perfiles iguales sobre la faz de la tierra. Quería creerme, pero algo se lo impedía. Quizá fuera la presencia del fatalista Marcel BRISCA[1], su compañero de fatigas… o también la visión cáustica y cruda de Lucas Primo, quien aportaba sus conocimientos[2] del mundo de la docencia como una forma lapidaria de dar la puntilla a todas las ilusiones juveniles. Ésas que la Facultad se empeña en engordar, a las que sacar brillo a pesar de las evidencias de una realidad tan terca como pazguata.
Solíamos encontrarnos por los pasillos y ya desde lejos empezaba la risa con Argimiro Filosofía: porque nos conocíamos el percal de sobra. Ya sabíamos cómo acababa la película y quiénes eran los malos… los de verdad, aunque la etiqueta la lleváramos nosotros. En el rompecabezas del mosaico imprevisible que es la realidad, Argimiro Filosofía encontró su puerta de acceso a la siguiente pantalla. Para él sólo era una posibilidad, un experimento, pero también ¡claro está! todo un acontecimiento. Entró a formar parte de la lista de interinos en la provincia de Uchquduq.
Pasar a integrar un colectivo incluido en ellas era una prueba de resistencia. Pero con el aguante necesario garantizaba un trabajo más o menos decente. Eso sí: el destino definitivo, geográficamente hablando… en aquella época no llegaba hasta los 50 años de edad, aproximadamente. Mientras tanto, hasta entonces: sólo eras fuerza de trabajo al servicio del Ministerio de Educación, al que le importa bien poco tu calidad de vida o la justicia de lo que te paga o hace contigo.
En fin, Argimiro Filosofía encontró su lugar en el mundo: aunque durante algunos años éste fuera cambiante… gracias a él removería conciencias para acercar la sabiduría al conjunto de sus alumnos… aunque seguramente no a todos.
Sólo espero que la infinidad de obstáculos que con toda seguridad han venido acompañando estos hechos, no hayan sido motivo suficiente para acabar con su risa. Como banda sonora resulta imprescindible.
[1] Aquel desertor de Medicina, amigo de Vicente GAMA.