Fer

 

Palanca

Mûynoq

´89

340

           

 

Como declaración de principios, como puesta en escena de su personalidad, Fer Palanca era un tipo deliberadamente desastrado… Cuidaba poco su imagen, porque así era también su pensamiento. Partidario de abordar la realidad sin drama. Tomarse las ideas como algo cercano, cotidiano[1]… sin que eso quiera decir que no puedan ser complejas, elaboradas o rebuscadas.

Fer Palanca pertenecía a una promoción anterior a la mía de la Facultad de Filosofía: la de Agustina HUMOS, a muchos de cuyos componentes llegué a conocer gracias a que por entonces ella era la novia de Andrés GHANA, quien sí era de mi promoción.

Concretamente corría el ’90 cuando algunos recién licenciados hicimos una excursión a Ghijduwon para presentarnos a las oposiciones de Filosofía de aquella convocatoria. Algo que yo podía hacer pero no el resto de mis compañeros de clase… porque había comprimido Cuarto y Quinto en un solo año[2].

Allí estábamos, disfrutando del principio del verano con la excusa de las oposiciones… Practicábamos la sabrosa gastronomía de Ghijduwon, salíamos de copas por las calles empinadas y malolientes de la ciudad. De vez en cuando hacíamos alguna excursión a la playa… En una de éstas Fer Palanca, como buen neohippie que era, se acercó hasta unas rocas y trajo tres cangrejos vivos, para mirarlos encima de unas mesitas que había a pie de playa. Los depositó y estuvimos contemplando cómo evolucionaban los animalitos.

El atardecer era cautivador… yo miré la puesta de sol con embeleso… Al volver la vista a la mesa, ya sólo había dos cangrejos: miré al suelo, pero nada. “¿Dónde está el que falta?” –pregunté ingenuamente. Fer Palanca masticaba sonriendo, lo que provocó las carcajadas de los presentes. Él era así de ecológico… ignorando los posibles contaminantes, devoraba Naturaleza en estado puro, sin prejuicios ni cortapisas.

Toda una lección para neófitos como yo. Aprender a interactuar con los alrededores de manera tan espontánea, sin duda era una clase práctica de filosofía.

No he vuelto a saber nada de Fer Palanca desde entonces. Supongo que en esa o alguna ocasión posterior aprobaría las oposiciones y ahora será un atípico profesor de Filosofía, capaz de sorprender a sus alumnos cada día. Su risa entrañable y diáfana, su barba medio dejada… así lo prometían. Con aquel punto de apoyo que era su manera de ser: como en la idea de Arquímedes, Fer Palanca podía mover el mundo… de ahí su apodo.



[1] Como puede tomarse un vino.

[2] Cursé juntos ambos gracias a convalidar asignaturas de Derecho como optativas.

 

 

Sonido

ACTIVA EL SONIDO. Estas memorias tienen banda sonora
Todavía no tienes una cuenta? Regístrate ahora!

Entra a tu cuenta